Cuando se derrumba el amor (Violencia de Género): Capítulo 4.

Todo ya se viene abajo. A pesar de las falsas apariencias hacia el exterior y la falsa creencia de que el machista repetitivo o la feminista radical van a cambiar de actitud sin comprometerse a una transformación de carácter cristiana, la cruda realidad es que todo se viene abajo. El vínculo matrimonial hombre/mujer (una vez más repito que no creo que un matrimonio hombre/hombre y mujer/mujer sea un matrimonio a pesar de las críticas que pueda recibir por decir esto) está roto. Comienza a ser solo pedazos. Ahora es cuando cada una de las partes funciona libremente y por separado. Para nada cuenta con la otra parte del matrimonio. Ya no es posible la vida en común y entonces el “violentador” (a veces la “violentadora”) aumenta su despotismo y la Violencia de Género es cada vez más brutal.

Son ya dos vidas separadas en la cual la víctima de la Violencia de Género sufre y la parte que ejerce la Violencia de Género ni se preocupa en absoluto de dicho sufrimiento. Ya nunca jamás serán una pareja feliz si siguen por ese camino. Ya no existe el respeto mutuo ni las reglas juramentadas cuando se unieron en matrimonio. El problema de la separación es imposible de evitar por mucho que intente la víctima autoengañarse a sí misma.

El diálogo ya no existe. Ha desaparecido por completo hasta el silencio y se ha quedado en una nada absoluta. La comunicación interpersonal es sólo un recuerdo del pasado. La comunicación social es sólo una apariencia cada vez más hipócrita. Y cada una de las partes tiene su propia vida. El “violentador” ejerciendo la Violencia de Génera” y la víctima soportando la Violencia de Género sin querer darlo a conocer. El mundo de él y el mundo de ella son dos mundos totalmente distintos (lo cual es la antítesis del matrimonio en el que se juraron estar juntos hasta el final en los tiempos buenos y en los tiempos malos). Las disputas son cada vez más agrias y violentas cuando, en alguna ocasión, intentan comunicarse. Necesitan, urgentemente, un mediador o una mediadora que los pueda orientar.

Las miradas de frente también han desaparecido. La parte “victimaria” cada vez es más prepotente. La parte “victimada” está cada vez más hundida. Las bases, los fundamentos, los principios, la ética, la moral, los valores, el respeto mutuo… quedaron por completo olvidados. Los fragmentos de violencia ya no son fragmentos sueltos sino una continua Violencia de Género completa.

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