A medida que va pasando el tiempo y el problema subsiste, el problema, a su vez, se agrava cada vez más peligrosamente. La falta de respeto mutuo, el despotismo (ilustrado o no ilustrado) y la situación de esclavitud en que ha caído la víctima es realmente peligroso para la propia vida. Se desarrolla, entonces, la “ida” de la realidad, la inconsciencia de la personalidad, la autoeliminación de dicha personalidad en ambas partes, la baja autoestima por parte de la víctima y la soberbia, engreimiento y complejo de superioridad de la parte “victimaria”. Y se van desarrollando en los pensamientos de ambos (especialmente en el de la parte despótica) un resentimiento que se va convirtiendo en deseos de venganza porque culpa a la otra parte de su desgracia.
Como casi siempre se produce en silencio cara al exterior de la sociedad, es muy difícil saber lo que está ocurriendo en dicha pareja. De ahí las tremendas sorpresas de las personas que los conocen cuando ocurre la tragedia final. Sin embargo es una realidad palpable y evidente. La Violencia de Género ha dado ya un paso gravísimo hacia adelante. Sin deseo de cambiar, la parte “victimaria” aparenta ante la sociedad externa que no está ocurriendo nada malo en su matrimonio y todo ello ayudado por el silencio cómplice de la víctima. La víctima intenta, por sus propios medios, romper con estas ataduras y entonces es cuando el “violentador” se hace más peligroso y cruel. Su complejo de superioridad (que es una manifestación de complejo de inferioridad e impotencia) le convierte en un ser agresivo, obsesivo, celoso, posesivo, inclemente… y pierde toda clase de sensibilidad humana hacia la parte que sufre la Violencia de Género. ¿Qué le impide a ésta denunciar a tiempo dicha situación?. La falsa creencia de que no le va a suceder nada si guarda silencio.
La Voz del Silencio debe romperse y debe dar lugar a la Libertad de Expresión… pero esto no lo entienden muchas mujeres víctimas de la Violencia de Género (algunas veces unos pocos hombres). Los culpables de la Violencia de Género y de la tragedia final son los dos. El “violentador” por ser autor activo de la tragedia. La víctima silenciosa por ser autora pasiva de la tragedia.
El final es, casi siempre (en la inmensa mayoría de los casos) alguna clase de tragedia. No puede ser de otra manera. Si todo se ha venido abajo es señal ya inequívoca de que la tragedia ya existe. Y en muchas ocasiones llega la muerte de la víctima, la agresión brutal (aunque no sea mortal) contra la víctima, la pérdida de valor como ser humano de la víctima… en fin… una tragedia en el amplio sentido de la palabra.