Él estaba deseando llamarla por ejemplo Lucy, pero no podía… Ella, por su parte, estaba deseando llamarle por ejemplo Toumai… pero no podía… Ël y Ella, macho y hembra de la naturaleza virginal, eran inseparables y tenían dos descendientes. Un varón al que Él estaba deseando llamarle por ejemplo Taung pero no podía. .. y una mujer a la que Ella estaba deseando llamarla por ejemplo Selam pero no podía…
Él deseaba llamarla por ejemplo Lucy porque por las noches la soñaba en los cielos rodeada de diamantes. Ella deseaba llamarle por ejemplo Toumai porque significaba una esperanza de vida más allá de cualquier circunstancia pasajera. Él observaba a su hijo crecer fuerte y poderoso, con todas las expectativas de llegar a ser un grande y valiente cazador y por eso deseaba llamarle Taung que era voz firme y varonil. Ella observaba crecer a la niña y la veía tan llena de armoniosa paz con el entorno que los rodeaba que estaba deseando llamarla Selam. Pero ambos no podían…
Llegó un día de la primavera de trescientos mil años antes de hoy y Él decidió llevarse a la familia hasta la costa. Él había visto ya el mar pero Ella y los niños todavía no. Pensaba que sería una excelente experiencia para ellos. Por el camino llevaba de la mano al niño y Ella llevaba en brazos a la niña. Él tenía muchos deseos de contarle a Ella las innumerables aventuras que había vivido en los días de cacería grupal, con todos sus vecinos atrapando mamuts con redes o persiguiendo a las ágiles gacelas. Pero no podía. Ella estaba deseando contarle a Él las innumerables emociones que sentía cuando jugaba con los niños alrededor de la hoguera de la choza y el enorme placer de ver crecer las rosas del jardín. Pero no podía. Sólo eran Homos casi Sapiens…
Llegaron a la costa. El mar estaba radiante y la emoción de su descubrimiento hizo que las lágrimas surgiesen en las mejillas de Ella mientras los niños jugaban con las olas. Él entonces sintió un temblor infinito, le regaló la estatuilla de barro que había terminado de confeccionar (una escultura de Ella al desnudo), vio que estaba resplandeciente con su rosa roja ensartada en el pelo, la miró entusiasmado, la besó en la boca e hizo un infinito esfuerzo sobrehumano…
– Te amo, Lucy…
– Yo también te amo, Toumai…
Y así fue como hace trescientos mil años antes de hoy nació el lenguaje…
!Espléndido!. !Me encanta esta historia porque adornada con magia de fábula para ser contada en noche junto a una fogata no rompe la trascendencia de la que fue posiblemente una realidad!.
Fue una posible realidad… tenlo por cierto… al menos eso es lo que narran los cuentos…