No sentir emoción alguna.

Un texto vacío de emociones, como ahogando cada palabra en una inmensa bañera. ¿Quién se atreve? No nos sirve el recurso descriptivo, como desplegando un plano en el que nada crece, ni siente, ni padece. Asusta ver el lienzo en blanco. El gran dolor de Tintoretto fue su inevitable agonía (lucha) con el color. Vaciar un cuadro de colores. ¿Hacia dónde camina el lenguaje? Disfrutar de la fonética, de las plabras que suenan en sí mismas, por sí mismas creando la armonía o disarmonía en un texto. La forma en la que la tilde juega a pasearse por las sílabas. La misma palabra “sílaba”. Recuerdo los poemas de Rubén Darío…los versos cabalgando sobre la espuma de las olas…Sílaba, sólida, sílfide, sátiro…es un regreso al mundo griego, a los modos del canto, a la estética equilbirada que sostiene los más bellos edificios del pasado. Un texto vacío de emociones: conmociona.

2 comentarios sobre “No sentir emoción alguna.”

  1. Todo texto clama y grita para ser llenado de color. Pueden ser palabras o simplemente símbolos, pero todo texto necesita una emoción que lo conmocione y lo haga ser producto humano.

  2. Sátrapa, séquito, súbito, sílex… las palabras contienen a la vez el lienzo y toda la luz necesaria para entregarnos decidida y voluntariamente a la agónica lucha de ser “tintorettos” de las sílabas, “rubenianos” cabalgantes de las frases y hasta “machadianos” de la armónica diformidad de nuestros textos. Ser “sílaba sólida montada sobre sílfide como sátiro” (por ejemplo) o ser “sátrapa con séquito súbito de sílex” (quizás). Ya ves, Grekosay, cómo los textos en escalera se cruzan y se entrecruzan para formar verdaderas redes de emociones. Tú y yo lo hemos experimentado muchas veces ya en el Vorem. Estoy seguro de que otros escritores y escritoras también han sentido lo mismo.

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