Tenue el paso hacia ti, sombra pausada, inerte espera.
Desolado momento en el que impera
el sueño, como viento apaciguado; cálida caricia.
Consolación. La música suena espaciando los tiempos, remancando
el altivo desdés que afliges a mi alma.
Calma de la ola, marea sin viento,
momento precipitándose.
Arrojo, valor en la templanza,
alcanza su misma intensidad el timbre del morir,
en el abrazo del paso que se cruza sobre la vertiente
de mil mares desesperanzados.
El verso se desgaja como una rama herida por el rayo
y resuenan, resuenan obsoletos los acentos, adjetivos,
posesión de nada y vértigo del verbo.
La digital examina su oblicua paciencia y nutre al corazón
de esperanzas vegetales.
Muerte a la misma muerte, las horas, el instante.
No, no se repite como estandarte opuesto
a círculo central de los misterios.