Para aquella por quien siento mucha pena
Ahora pones tus ojos en mí,
después de tanta primavera perdida.
No sé decir palabras,
con mi voz de rio seco,
en este árido paraje,
sin veranos ni inviernos.
Ya no me quedan rosas,
para un pobre ramo umbrío,
solo enmarañadas ramas secas
de muchas espinas muy gruesas
que no se doblan ni queman.
La desesperanza aprendida,
gangrena razón y cuerpo.
La vida dicta sus leyes,
no más frustración ni penas.
Allá por siempre, estén mis sueños lejanos.
Me gusta el poema pero te recomendaría que, si es cierto, no alejes tanto los sueños porque en ese caso te resultarían inalcanzables.
Me gusto mucho tu poema… Aprendemos muchas cosas, como vos muy bien decis tambien aprendemos la desesperanza, pero a partir de la experiencia de la desesperanza podemos ponernos en marcha en busca de esperanza, lo que escribiste me parece genial… me gusto mucho como dije anteriormente.