Después de un tiempo

“Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano y encadenar un alma; y uno aprende
que el amor no significa acostarse y que una compañía no
significa seguridad, y uno empieza a aprender…

Que los besos no son contratos y los regalos no son
promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la
cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes… y los futuros tienen
una forma de caerse en la mitad.


Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado,
hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio
jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que
alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno
realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende
y aprende… y con cada día uno aprende.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque
te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano
querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de
amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede
brindarte toda la felicidad que deseas.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de
esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente
acabarás deseando no volver a verla.

Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son
contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano
se verá rodeado sólo de amistades falsas.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un
momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste,
durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace,
pero perdonar es sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo
duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá
a ser igual.

Con el tiempo te das cuenta de que aunque seas feliz
con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que
dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia
vivida con cada persona es irrepetible.”

Jorge Luis Borges

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