Quito, 8 de enero de 2005
Soy veinteañero… hoy es mi cumpleaños y lo hemos celebrado, conjuntamente con Su Nah, en casa de Raulito. Pero antes, en esta mañana nítida y fresca de la quiteña modernidad, me he encontrado envuelto en la literatura negroafricana de la alianza Francesa. Hoy es mi cumpleaños y he aprendido que se puede confirmar que el nombre y los apellidos, el lema y los apodos, comprneden un cuerpo, un alma, un totem y una pluralidad de elementos fundamentales que nos ubican en nuestra formación somática: punto de encuentro individual que nos ubica en el contexto cosmológico de nuestro espacio social.
El cumpleaños se traduce en fuerza vital, en garbo general del gesto y la actitud, en el número primario de nuestro miembro espiritual esa alma que designa nuestras cualidades anuales, nuestros triunfos y nuestros reveses, nuestras virutdes y nuestros defectos… connotaciones toda ellas de una participación del yo con el resto de las personas y cosas que conforman nuestra colectividad…
Y colectiva ha sido la tarde. colectiva entre hermanos/amigos cristianos: hombres, mujeres y niños que nos hemos configurado en una relación de humana trascendencia. Y ha surgido el triángulo de la Carolina para embelesarme de simbolismo teóforo y de nombres antinómicos que han entretejido la trama sentimental. Carolina está en medio de una encrucijada y yo le adivino palabras nombradas para constituir apelaciones que exaltan su momento inaugural. Hoy puedo denominar a este día de mi cumpleaños el triángulo d ela Carolina convertido en relación de indivisuos prestigiando a un escritor de grupo social…
Las funciones representativas que hemos tenido hoy, entre charlas, guitaqrra y risas me hacen entender que, en general, se puede confirmar con certeza que la oralidad es un instrumento expresivo al servicio de la cultura,. Entre charlas amistosas, tras haber degustsado unos sabrosos cangrejos de mr y una deleitosa tarta todo lo veo bajo el ángulo de la eficacia tradicional. Y sé que el verbo cristiano es un auténtico poder…
Noche clara. Llegamos a casa y Lilinaa prepara su equipaje. Que no se apague el día sin agradecerle a Jesucristo la esposa que me dio y, para guinda del pastel he tenido la suerte de recibir las llamadas de mis dos hijas: leslie, la mayor, desde Madrid, España, y Carla, la menor, desde Connecticut, Estados Unidos. Raices umbilicales que me hacen pensar en la función cat´rtica de una familia inteligente. Gracias a Dios por todo ello.