Quito, 18 de enero de 2005
Son ellos, Los tres tontos confundiendo una cañería de los desagues con un obús. Ambicionando la herencia de inexistentes tesoros palaciegos, los tres tontos jeugan al mus en un bar de mi memoria. Están huérfanos de envites y embisten contra sus pequeñas impotencias. son ellos, Los tres tontos fumando ilusorias venganzas contra isabel y ambicionando riquezas tan quiméricas como sus desapacibles órdagos a la avaricia. !Qué Dios os ampare, hermanos, y también a ella!. cuando el obś explote sólo habréis obtenido -vosotros y ella para ser ecuánimes- una veintena larga de años perdidos en el baúl de los recuerdos y el cubo de basura de las indiferencias mutuas…
Yo camino, ajeno a vuestro enfrentamiento, entre los majestuosos minutos de la espera sin más que deciros, a vosotros y a ella para ser ecuánime, que el último envite, el de la concordia, es el que debéis aceptar si no queréis perder la partida. O quizás ya la tengáis perdida desde el principio por haber confundido la cañería de los desagues con un obús…
Mientras tanto… lejos… muy lejos de vuestras ambiciosas avaricias… construyo mi poesía:
Cielo gris, tarde triste,
si en vuestro viajar ligero
halláis hojas de alicustre
os sugiero
que pongáis vuestra voz en ristre
y digáis al mensajero
que yo quiero ser el primero
en saber a qué hora vistéis
morir al limonero…
Medio líder se queda en la delicia del banquillo de Eduardo. El otro medio juega con tapillas para demostrar que tu Murillo es un bluff. No necesito pelear por ninguna herencia y sólo sé que Sultán ya tiene su covacha.