Diez minutos con Rocío y Pepe Aurelio

Apreciado Grekosay, agradezco mucho tu amable y sensato comentario a mi texto sobre la pulsión y compulsión de los sentimientos. El psicoanálisis es sinónimo de psicología profunda y según Freud la personalidad se forma, entre otras cosas, a partir del rechazo en el subconsciente de situaciones vividas en la infancia como fuentes de angustia y de culpabilidad. Pero el problema de mis tíos Rocío y Pepe Aurelio es realmente preocupante porque está enraizado en situaciones traumáticas determinantes de su formación personal. El tema es cómo hacer para que ellos aborden la cuestión con sensatez. Yo sé que la edad de un ser humano es importante como acumulación de experiencias transmisibles hacia los demás pero muchas veces la edad es relativa ya que cuando se alcanza más de cuarenta años (como ocurre con ellos) es necesario pensar detenidamente sobre las pulsiones, las compulsiones latentes, lo consciente de la persona, el yo, el superyo, el ello… en fin, en toda una serie de parámetros de conducta que el ser humano debe manejar cuando se relaciona con los demás.

Muchos de mis familiares (y tengo un familia supernumerosa) han intentado siempre razonar con mis tíos Rocío y Pepe Aurelio. Yo misma lo he intentado un sinnúmero de veces. Pero el problema radica en que ellos jamás hacen nada por cambiar aquello que les está produciendo dolor por causa de su terquedad. Comienzan a hablar (y no paran nunca de hablar) sin hacer caso de nadie e inician un verdadero enjambre de acusaciones, calificaciones desmedidas, descalificaciones injustificadas, razonamientos sin ninguna clase de razón y todo un verdadero arsenal de explosiones emocionales totalmente descontroladas y que nunca las filtran por el cedazo del raciocinio.

¿Qué ocurre con todo ello?. Que satisfacen su egolatría con lo que ellos llaman “sinceridad absoluta” (porque de alguna manera se les ocurre definirlo) y que no es otra cosa sino una verdadera retahíla de cosas impensadas. Y no importa si el tema es trascendente o intrascendente. Ellos se dedican continuamente a soltar “pedradas” sin orden ni concierto y que caigan donde caigan.

Toda la familia y las amistades que comienzan a intentar hacerles comprender que deben madurar sus comportamientos salen inevitablemente “apedreados”. Y hay que tener en cuenta que los seres humanos tenemos un límite de sufrimiento y que ir más allá es caer en el masoquismo innecesario. Yo no he tomado la decisión de irme a la heladería cuando sé que van a venir de visita a casa por dejadez, capricho o desatención. Jamás haría eso porque quiero mucho a mis tíos. Les he querido siempre ayudar pero ellos no admiten jamás que una jovencita de sólo 19 años de edad les pueda aconsejar algo. Sus razonamientos (que los aplican lamentablemente con sus hijos) es que son personas de más de cuarenta años y que por eso son siempre superiores a cualquier joven de menor edad.

Cuando leo tus textos, Grekosay; cuando leo los textos de Diesel, los textos de Crix, de Alberto, de Teresita, de Frutodelanada, de Tilma, de Estrella, de Vanesita… !de todos y todas los escritores y escritoras del Vorem! sigo siempre un ejercicio que me enseñó mi papá. Hago una primera lectura del texto para saber qué dice; después hago una segunda lectura para comprender lo que leo, hago una tercera para entenderlo y hasta hago una cuarta lectura para analizarlo, evaluarlo, razonarlo, comentarlo con otros seres humanos… y todo ello me sirve como evolución de mi personalidad. Por eso me gusta profundamente este variopinto e interesante Vorem que tanto me sirve para distraerme y aprender cosas sobre el sinfín de temas que se abordan con completa libertad y conciencia. Esto lo comparo a saber escuchar a quien te habla en un diálogo oral. Pero mis tíos Rocío y Pepe Aurelio nunca escuchan. Jamás escuchan. Ni tan siquiera se aplican a la labor de oir (que es lo mínimo que se puede pedir a alguien en una comunicación verbal) porque nunca ponen atención a los demás. Resulta entonces que ellos son siempre primero, segundo y tercero. Y para ellos no hay cuarto. Lo único que queda por hacer, al final, es irse a la heladería.

Es asombroso ver que al final de los “ciscos” que arman con su desarreglo verbal, se dan perfecta cuenta del desaguisado que han elaborado y comienzan impulsivamente a pedir perdón a todos, comienzan a llorar físicamente como magdalenas (ambos a la vez) y a prometer que nunca más van a hacer lo mismo. El problema es que siempre, siempre, hacen lo mismo al día siguiente. Y claro muchos son los que ya han determinado no hablar con ellos y alejarse lo más posible. Nadie quiere recibir “pedradas” absurdas.

Bueno, estimado Grekosay, para mí es un ejercicio sanísimo leer los textos del Vorem y escribir de vez en cuando. Me sirven de mucho y lo digo con profunda verdad. Pero ¿qué se puede hacer con mis tíos Rocío y Pepe Aurelio?. Si no me preocupase por ellos no les habría introducido en su buzón de correos el anuncio de las clases que imparte un experto en parámetros de conducta… porque sé que ellos necesitan acudir a un terapeuta o a un psicoanalista de la personalidad. Me da mucha pena ver cómo se hacen daño a sí mismo y como, poco a poco, se están quedando solos. Ojalá que salga un texto en el Vorem específico sobre el tema de cómo dominar las compulsiones emocionales. Con gusto se lo daría a leer a Rocío y Pepe Aurelio; porque, la verdad sea dicha, ahora mismo estar diez minutos con ellos es como pasar diez horas en el infierno.

Un saludo muy cordial a ti y a todos mis colegas del Vorem. Por cierto, la altura cultural de mi tía Rocío es bastante alta. La de mi tío Pepe Aurelio es un poco más baja. Pero la de ambos es lo suficientemente aceptable para entenderlo todo si quisieran hacer el ejercicio de intentar entender. Por lo pronto sigo yendo a la heladería hasta ver si hay algún resultado positivo con ellos.

Un comentario sobre “Diez minutos con Rocío y Pepe Aurelio”

  1. Saludos:
    La vida emocional y mental no sólo están sujetas a “traumas del pasado”, sino que también se construyen como un edificio. Las pulsiones tienden a acorazarse y crean grandes defensas. Una neurosis dual, compartida o extendida de modo simbiótico supone que las dos personas “viven y se alimentan de las situaciones extremas que provocan”. Sin duda es un tema complejo, dado que, en psicoterapia, el “deseo” de abrir voluntariamente la “caja de Pandora del inconsciente” debe ser…”voluntario”. La cura forma parte del reencuentro conla fantasmática y con la aceptación paulatina de las señales que provienen de nuestro mundo anímico. Sé que todo ésto lo conoces, pero…procora mantener la distancia terapéutica y no sufras, porque las neurosis tienden a expandirse…y son muy contagiosas. ¡Un saludo y gracias!

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