Algunas personas no comprenden el idioma de las palabras y prefieren comunicarse de otra manera, los ojos o las manos sirven de referente para conocer otras latitudes, salvaje dimensión que separa las batallas triviales de la razón.
Algunas personas aprenden a olvidar sin darse cuenta del mismo olvido, sin cargar a sus hombros la pesadumbre de un nombre o un tibio recuerdo en sepia, sin la calidez de una llama tenue que se debate entre humo y efervescencia, entre peligro y dolor.
Algunas personas caminan en el aire, se perfuman de mariposas, se bañan en el tumulto de las sábanas de seda y corren en libertad hasta perderse en montes lejanos.
Algunas personas bailan entre cuerdas, viven sin prisa, esperan con calma, duermen con disimulo y aman hasta el mismo segundo de la muerte, pero en silencio.
Algunas personan sueñan pesadillas y hablan sin palabras, escuchan sin oírse y andan por las calles entre risas y poblados cementerios.
Algunas personan mienten por precaución, escatiman besos y esconden el sabor de la amargura.
Algunas personas juzgan a otras sin conocerlas, conocen por la mitad y olvidan los detalles.
Algunas personas quieren a medias, aunque quieran querer más.
Algunas personas esperan el momento de comenzar a ser felices, deshojando el calendario y tachando los minutos, corriendo las cortinas lentamente y absorbiendo la luz que salpica.
Algunas personas se transforman en preciosos animales que cobijan sueños ajenos, llegan como se van y aman entendiendo al amor como caricia remota de un mundo perdido; imposible e impenetrable.
Algunas personas viven en soledad, piensan en soledad, caminan en soledad, duermen en soledad, pero sueñan con alguien.
Algunas personas matan con blancos cuchillos y otras matan con palabras.
Algunas personas al matar generan vida.
Algunas personas mueren desangradas y otras mueren con la sangre caliente.
Algunas personas creen que existe la verdad y luchan con ahínco para encontrarla.
Algunas personan creen que existe la realidad y conviven con su propia ceguera.
Todas estas personas que conforman y confirman la existencia del Ser Humano, del cuerpo y la carne, de la sed, el cansancio, la amargura, el amor y la deshora; las mismas que conviven sin tocarse, sin mirarse y sin advertirse, exigen querer-ser y quererse: al menos encontrarse en ese último suspiro que se exhala al borde del abismo existencial.
Hola Celeste, debo decir que me encanto este texto, es una prosa poetica, me encanta el sentido de vida y la sensibilidad del ser humano expuesta en tus palabras. Saludos Celeste.
Algunas personas como tu, saben exactamente como es el ser humano y además lo simbolizan con prosa humeante. algunas personas merecen la pena y tu por tu texto eres una de ellas, un besote fuerte
Gracias Alexis y Hecaria por sus comentarios, realmente me hacen sentir muy gratificada. Les mando un cariño muy fuerte!