Déjame

La fina masa del hueso craneal se derrite como el ácido cuando brotas de la oscuridad completamente desnuda. Tu mirada es lasciva y sangrienta, perra. Perra entre perros que lloran lágrimas gigantes sobre el hocico. No detendrás el calor de mi aliento por mucho que aguantes ahí, delante de mí, de pie. Tengo el instinto del origen y la sabiduría en las pezuñas. Tú eres grande. Acariciame, ama, y déjame lamerte toda oscura. Déjame con tu mirada imperiando, con tu pecho por encima.

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DÉJAME

Déjame cerrar tu puño herido
y apretar el corazón que dentro arrojo,
déjame demostrar que te he querido
como le canto a cada flor que hoy deshojo.

Déjame una vez más ver tu sonrisa
calcando en mi retina su esplendor,
abrigándola a diario con ardor
déjame que la disfrute hoy sin prisa.

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Déjame

Déjame un beso,
un beso inmenso, como de la talla del universo
déjame un beso travieso, para aumentar el suspenso
para quererte, para soñarte y arder por dentro,
déjame un beso, para llenar el hueco que dejas hasta tu regreso.

Déjame una caricia,
una caricia, con un poquito de malicia
una caricia que siempre es una delicia,
tierna, sabrosa, dulce, peligrosa,
déjame una caricia, para llenar ese espacio que dejas hasta tu regreso.

2 comentarios sobre “Déjame”

  1. Beso, caricia, mirada, recuerdo… todo queda dentro del alma cuando la ausencia se prolonga hasta la llegada del regreso. Soñar por dentro y vivir por fuera. La compañía del verso es como el beso de la pasión. Te felicito una vez más por tu arte.

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