Dolor propio y ajeno

Escribe Rosa Montero en El País de hoy, 2 de septiembre de 2008, que “el verdadero dolor, como la locura, es un territorio sin palabras, el reino desolador de lo inefable”. El mutismo del dolor se me antoja a mí como una seriedad muy grave y tengo un profundo respeto a las verdadesw de cualquier sufrimietno. Los deudos del dolor saben lo que digo. Yo, que perdí a mi padre y a mi madre sinedo todavía muy joven, aún no he podido a llegar a desentrañar esa clase de mutismo doloroso que nos abunda el alma con el recuerdo del dolor. Yo, que soy muy extrovertido y me considero feliz en la vida, no puedo por menos que guardar respeto hacia el dolor: ese mutismo que parece que se recrea en el silencio para no hacernos olvidar. Y como el recién fallecido poeta paquistaní Ahmed Fazar digo: “toda la gente del planeta debe encender una vela para que haya luz en el mundo”. Conciencia universal ante el dolor propio y ajeno.

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