A veces, cuando ya no me acuerdo de ti
apareces, lanzas tu mano hacia mí
y me despedazas…
así para que te sienta, para que no te olvide,
tiras de mi espalda, de mi cuerpo entero,
de mis emociones, de mis ganas de vivir…
A veces, te gusta que te sienta,
que te repudie, que maldiga la estampa
que te trajo hasta a mí…
y me siento nada… aunque tenga todo…
Hoy has vuelto, desde anoche siento
como estás abriéndote paso en mis sentidos,
y me duele cada uno de los músculos
de este cuerpo ahora en letargo,
y me duelen cada uno de los huesos
de este alma que grita aunque no pueda…
¡vete! No vuelvas más…
que no te quiero conmigo.
Mis palabras se alejan dentro de mi cabeza,
nadie es testigo de ellas, nadie las siente…
nadie las oye… y menos aún tú…
Cierro los ojos nada ya sirve,
me abandono a ti,
entro en calor, me siento mejor…
y sueño con un despertar
en el que aún tardes mucho más en volver…
Precioso Namari. Con el corazón en la mano te lo digo. Es brillante y hondo el poema. A veces el sentir se hace poema impulsivamente y es lo que ha ocurrido en esta ocasión. Cierra los ojos y siente como fluye tu sueño. Eres excelente escribiendo. Nunca te alejes de Vorem porque aquí muchos muchos te leemos. Más allá de los comentarios que puedas recibir hay muchos que te leemos y te sentimos.
Tu poema es un lamento que tiene mucha fuerza. Hace intuir lo fuerte que tiene que ser el dolor para que así lo expreses, con ese sentimiento y esa calidad.
Ánimo, Namari, seguro que te has tenido que fortalecer mucho.
Un beso.