Lapiceros, tizas y gomas de nata… Plantaciones de cacao, caña de azúcar y oro verde (banana)… el olor a plástico de Pancho Villa y Jerónimo…tránsito por las calles estrechitas de adoquines infectos, blenorrágicos…la madera de los fuertes con soldaditos de plomo, aros y canicas…en la plaza del pescao, Zanba el demonio juega al kou kou djèdjè…ansia por aquel gatito, pez, pájaro, perrito, tortuga… letras quemadas leídas en papel limón con estupefacción…tebeos cambiados el fin de semana en el quiosco de la esquina del barrio…los almacenes con tejados de aguilón de curaçao…recuerdos felices de infancias desgraciadas…
permanecen tapiados con un rito sangriento…qué enigma encierra que habiéndola vivido, la olvidamos…en sus puertas coloreadas de ténebre oscuridad…y lo único que persiste es la nostalgia…los aires ventean huracanados…
de no conseguir fusionar el hoy con el ayer…asusta el temblor, el eco indeciso, unánime imagen de recelo…perdiendo la infancia y rindiéndonos al desespero del tiempo…las aguas altivas de los mares se alzan empuñando lengua asesina que engulle a sus presas…hemos conquistado la vejez con humana cobardía…devolviéndola a las fauces de sus orígenes mas ancestrales…no voy a borrar los grafittis que Anaïs pinta en esta negra silla…antes de la rebelión los fantasmas duppies ofrecen “un petit marronage”…trazos cortos, frescos ¿dulces? La niña necesidad de expresión araña sin que el adulto entienda y ¡reprimenda!…a los criollos prietos, blancos o trigueños que bailan y componen músicas…encerrado por contemplar unos segundos la verdad, siempre a la misma hora libertad pasea por su celda…con viejos barriles de petróleo, con patas de conejo en las bocas y gallinas descuartizadas…la foto del caballito de cartón y el primer pantalón largo, dar comida a los patos del lago y en la plaza a las marginadas palomas…se mestizan los cacerolas de acero (steel pan) con el soca, raggasoca y calipso…nada frunce el ceño con el pesar de no entender, quizá ya ha muerto el silencio…el cimarrón vocifera un papiamento isleño…ya nadie llamará a su puerta, ha rozado el ayer sin devolver un adiós…prenden las hogueras y los poseídos desnudados por mister Vaudou enloquecen…el ojo triste fija la mirada buceando recónditas lógicas, nada, es sensual…y gozan de sus flácidas carnes grotescas, pigmentadas de lujuria…dooonnnggg, dooonnnggg, dooonnnggg campanadas de la nada, nada espiritual…satíricos miembros erectos fecundan los violentados vientres que en un dionisiaco futuro albergará…nada es llanura, jungla, abrupta, lunática, volcánica, mitología
…los infiernos dantescos del caribe y las áfricas…si es preciso morirá para que vivas tu oportunidad, los ratones duermen y alguien escupe pasados sin apagar luces…¡ay áfrica! que estas en los cielos (y en EEUU, Madrid, Barcelona, Londres y París) …nada es alma, pureza, música de lluvias, nada, ese olor peculiar tan especial…no ha servido de nada la arena depositada en las entradas de los aposentos indígenas…de los recuerdos de la etapa más significativa e importante de nuestras vidas…esa popular creencia de que los ángeles caídos, maléficos, rebeldes, pecadores no traspasarán los umbrales…
hacinadas en la lejanía de la niñez, hemisferio izquierdo, subconsciente y olvidado…sin haber contado uno por uno cada grano de arena… regresión quiere hablar pero se entretiene…¿calmar a los espíritus con religión?…en agregar las grietas del llanto que se ha mudado…¡OH, dios! cuan desafortunados los que yacen sin fe…sin equipaje, sin un mal traje…bolsillos vacíos, cuartos menguantes…el reloj de la torre marca el deterioro y alguna ausencia, dooonnnggg, dooonnnggg, dooonnnggg…griterío clama desconcierto…paralelo, se asemeja al omnipotente sueño dulce y a menudo…reunión de masas, politiqueros parlanchines…inusual comportamiento inteligible de las creencias postradas…brujos, curanderos y tribus de médicos ineptos…a un próximo encuentro de tierra, agua, atmósfera…parafernalia danza de la muerte, aguardiente…nada se encontraba como tantas otras veces pensando en el bordillo de la infinitud…santeros y sus cultos ruinosos… sombreada por nubes de humo perlado y ligada al intenso olor a ceniza agridulce de la fábrica de café… enfermos ¡joder, si no hay un puto hospital!… el sol de invierno teje su aliento sobre la autopista de cinco carriles desérticos, silenciosos, inútiles en la ensoñación más surrealista. Cuando el aire cesa de ventear los cánticos de las sirenas del asfalto y la soledad bromea con las ascuas de brasas perplejas en un vuelo seguro, estirando las alas con fuerza naturaleza y tenacidad animal…corazón, mente, alma, al amanecer duerme el exorcismo y la tormenta amenaza con furia divina… el espacio en su lugar… nada da vueltas a las aspas de un molino… enterrados bajo sus fuegos los amerindios colonizados lloran, suspiran, oran a las saetas del olvido…nada por aquí, nada por allá, bajo el sombrero… ¡Alehop!, un conejito.