El Cóndor (IV): Segunda Parte de El Lechero

Huayna Cápac, llamado El Grande y tambvién El Conquistador, uno de los hijos reales de Túpac Inca Yupanqui, fue nombrado soberano inca en el año de 1493, extendió el Imperio por el Nordeste del Perú y reprimió las revueltas ecuatorianas (en las que participó su hijo Atahuallpa). A su muerte, el Imperio quedó escindido entre Atahuallpa y Huáscar, hijo legítimo, éste último, del Inca y su primera esposa real; pero tambiñen tuvo una hija tan hermosa que resultó ser la más bella princesa india que jamás haya existido…

Aquella linda princesa estaba consagrada desde el mismo momento en que nació, y fue confinada al convento situado en el lago que los españoles rebautizaron xon el nombe de San Pablo, en la región habitada por cayambes de Imbabura.

Cuando Atahuallpa fue ejecutado en Cajamarca y el Reino de los Quitus pasó a manos de los españoles, quedaron vivos siete príncipes imperiales quienes, a causa de su gran dolor, comenzaron a molestar a la princesa para celebrar matrimonio con ella. Sin embargo, la princesa los rechazó siempre…

Mas un bizarro capitán extranjero encontró casualmente y en una de sus belicosas excursiones exploradoras, el convento. Allí descubrió a la princesa quechua… y la extraordinaria belleza de aquella joven mujer impactó tan telúricamente en el que se enamoró locamente de ella.

La princesa, olvidando la prohibición del dios Sol, se enamoró igualmente del capitán español… y se entregaron a un amor limpio, noble y sincero. Viendo que aquel amor era honesto, verdadero, profundo y mutuo entre ambos por igual, el dios Sol perdonó la vida a la princesa y juramentó siempre cuidarla.

Descubierto el suceso por los siete príncipes imperiales, uniéronse todos en plan de venganza y mataron al extranjero y a la princesa. El dios Sol se enfureció terriblemente y castigó a todos.

Ella fue convertida en Laguna y bajo sus aguas quedaron, durmiendo, los siete príncipes. Al extranjero le convirtió en un árbol de leche que es, hoy en día, el Lechero que se encuentra al borde la laguna.

Allí, en la Laguna que los hispanos denominaron como Lago de San Pablo, por toda la eternidad o hasta que se rompa el hechizo, él vigila en forma de arbusto a su amada (que es ahora agua de laguna…) y los siete príncipes (en cuyo recuerdo existen, en la región imbaburense, siete clases diferentes de maíz…) aguardan a que llegue u n día en que se produzca el milagro, para volver a recuperar su forma humana y conciliarse con los dos amantes… pero su arrepentimiento sólo será aceptado por el dios Sol cuando se produzca dicho milagro…

Más él se quedó en El Sueño, con todos los filiformes reflejos del sol enmarañados en la espesura de su barba florecida, allí donde la leve espesura de los capulíes ocultaba la austeridad y donde el poderío de aquel su imántico sonreír atrapaba a todos los siglos de mi esperada ilusión y los acompañaba con el suave sonido de los rondadores que me llegaban, del otro lado del Chimbo, alimentando de sinfonía a las setenta mil almas de Guaranda y a los cien mil espíritus de Babahoyo…

(Continuará)

Chimbo.- Pequeña ciudad ecuatoriana de la provincia de Bolívar, famosa por sus fiestas populares: toros, verbenas, olla encantada, palo ensebado, la chamiza., etcétera.

Guaranda.- Capital de la provincia ecuatoriana de Bolívar. Famosa por su Carnaval. Produce panelas y aguardientes y es célebre por su lana y tejidos textiles.

Babahoyo.- Capital de la provincia ecuatoriana de Los Ríos. Bosques protegidos y atractivos balnearios.

2 comentarios sobre “El Cóndor (IV): Segunda Parte de El Lechero”

  1. Bello, Diesel. Me llevó la curiosidad, y parece mentira, pero el lugar es real. ¿La leyenda existía ya o es invención tuya? De todas formas, muy bellamente narrada.

  2. La Leyenda es real y existe. La narran los indios otavaleños del Ecuador en la provincia de Imbabura. Hay allí un Lago entre las ciudades de Otavalo e Ibarra que se llama de San Pedro. en él sobresale un árbol llamado Lechero. y la historia de los siete príncipes incas, el capñitán extranjero español y la princesa Anaí ha circulado desde los tiempos de la conquista de los españoles. La ledyenda del lechero la he transcrito exactamente igual a como estáescrita en textos ecuatorianos de Imbabura. El resto (todo el cuerpo del relato) es pura imaginación mía basada en realidades, sueños y mitos.

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