Dulce compañía de mi intensa vida

Te voy a echar tanto de menos…

Recordaré tu aroma como el mejor veneno,
dulce, infantil, noble, pendiente.
Lo guardaré como el mayor tesoro
habido y por haber.


Dulce compañía de mi intensa vida
siempre estuviste en los momentos malos,
perdonando todo, olvidándolo.
Eras como un ángel
que caía del cielo sin ser llamado.
Tu amor podía mover montañas,
era tan hermoso como la luz del sol.

Mi compañero, confidente y amante secreto.
Insistente, tenaz, perseverante.
Mi querido amigo, Miguel Ángel,
cuánto te quiero.
Me llevo ternura por los cuatro costados,
tu olor… característico.

Mis recuerdos son intensos
y los guardo bajo la piel.
De nadie serán más que míos y del adiós.
Cuando muera se quedarán en nada.
De ti me llevo tu calor
incesante empeño por alcanzarme.
Admiro tu valentía y cobardía,
tu osadía y retraimiento.
Amo la forma en que me veías,
tus manos, tu pequeñez.
Y todo quedará en nada.
Desengancharse lo llaman algunos,
soltar, dejar ir… a la persona que fue adecuada.

La vida se torna impaciente por tu regreso,
aunque tu ida no parece de vuelta.
El dolor me abruma,
el pensamiento duele
y me regocijo en el dolor que siento por el amor.
Amor por lo que hubo,
amor por lo que pasó entre nosotros dos.

Recordar el pasado me acerca a ti.
No volverán tus brazos a rodearme,
tu pecho a darme los latidos de tu corazón.
Recuerdo tu pasión como si estuviera viva.
Infinita, radiante, impermeable, insaciable.
Recuerdo tu paciencia inmensa, tu alegría.
el dolor de sentirte tan lejos.

Echo de menos aquellos tiempos
en que nos acariciábamos el alma
con las palabras y con los gestos.
Nos tocábamos temerosos y atentos.
Todo era diferente.

Cuando pienso en las borrosas tumbas viejas,
hundidas en la noche más oscura,
golpean tus puños en mi pecho y gritan
“¡Respira, mi vida!”.

No quiero ser romántica,
pero lo soy.

Y adolezco el pasado más doloroso a solas.
La vida es inmensa.
Sólo el amor puede calmarme.

Tus manos acariciando otros pechos…
¿Te lo imaginas?

A lo mejor nos pasa lo mismo a los dos.
Quizás todavía existan cenizas,
templadas en tu corazón
buscando el camino
de regreso a casa.

12 comentarios sobre “Dulce compañía de mi intensa vida”

  1. Muy buena, Marianela. Has expuesto una poesía llena de sentimiento sin ambages. Empiezas por recordar un sentimiento (que es forma muy profunda de comenzar con una poesía) y te introduces rápidamente en la secuencia poética. No andas con rodeos innecesarios (a veces es necesario escribir así para tomar conciencia de lo que deseas exponer). Usa un lenguaje nítido, sin claroscuros que difuminen el mensaje. Intensidad. En todo momento, al leerlo, se nota una intensidad admirable. Recuerdos mezclados con profundidad expresiva. Muy buena, Marianela. Un abrazo cortés porque lo cortés no quita lo valiente y has demostrado tener una gran valentía con este poema. Siempre he dicho que tu forma de escribir me llena por completo porque tienes contenido además de continente y expresas muy bien el texto dentro del contexto.

  2. Ya el título del poema (Dulce compañía de mi intensa vida) llama la atención por su efecto realista/idealista; que es, bajo mi punto de vista totalmente subjetivo pero sincero, una manera excelente de producir poesía para el sentimiento. Perdonando momentos malos, saboreando momentos buenos… ¿qué mejor manera para vivir en toda plenitud de la joven presencia de nuestras almas y nuestros cuerpos a la vez? Quizás lo llamen milagro pero los milagros existen. Compañero, confidente y amante secreto son tres definiciones que se concretizan en una sola palabra (amor) a la cual se le debe posponer un adjetivo adecuado (noble). Y si vivimos un amor noble ¿cuál es la causa poética superior? Lo dices tú y es verdad (Recuerdo tu pasión como si estuviera viva). En fin. Que puedo y debo continuar leyendo este intenso e interesante poema en otro momento. Pero afirmo y confirmo que contiene mucha sustancia creativa.

  3. La última estrofa comienza con un “A lo mejor nos pasa lo mismo a los dos”. Buena suposición porque yo opino que a lo mejor nos pasa lo mismo a todos los seres humanos.

  4. Y ese final de “buscando el camino de regreso a casa”… ¿cuántas veces lo hemos tenido que vivir quienes amamos de verdad?. Un beso de amistad, Marianella. De verdad que el poema se merece todavía más comentarios pero hoy ya he escrito mucho y mañana será otro día… incluso para los poetas y las poetisas…

  5. Hay algo en el poema que llama mucho la atención. Es cuando escribes “Amo la forma en que me veías”. Es una gran verdad que los enamorados vemos de forma diferente a los que no saben amar. Es una gran verdad que las transformaciones de la persona a la que se ama se convierten en las mejores realidades que existen en la vida humana. Hay una gran distancia entre lo que vemos quienes amamos de verdad y lo que no son capaces de ver los que aman por intereses. El interés estriba en ser lo suficientemente capaz de ver más allá… hasta hacer que ese más allá sea nuestra realidad…

  6. Hay una parte del poema que da mucho que pensar. Es cuando escribes “El dolor me abruma, el pensamiento duele y me regocijo en el dolor que siento por el amor”. Vamos por partes. En cuanto a “El dolor me abruma” es una gran realidad que todo dolor es una pesadumbre pero más allá de toda pesadumbre siempre hay algo que nos hace superarnos. Se llama capacidad de reacción. Vamos con lo de “el pensamiento duele”. Sí. A veces el pensamiento duele pero la capacidad de reacción siempre supera a lo que nos duele para hacernos más valientes a la hora de amar con nobleza. Por último eso de “y me regocijo en el dolor que siento por el amor” es muy relativo, amiga Marianela, ya que el regocijo siempre produce placer cuando hemos superado al dolor. Como ves, tu poema da mucho más para pensar. El pensamiento es mucho más que el dolor y el dolor se supera a través del pensamiento. Si alguien te olvida lo mejor no es olvidar sino superar, como he dicho ya muchas veces, al dolor. La mejor manera es darse otra oportunidad más dichosa, puesto que a todo momento de pesadumbre le sigue otro momento de certidumbre y lo cierto es que el amor verdadero, ese amor noble del que tanto hablo, es la alegría de haber conseguido salir indemne de todos nuestros dolores en el pensamiento. ¿Sabes por qué? Porque el amor verdadero (el amor noble en otras palabras) no radica en el pensamiento sino en el sentimiento. Y todo sentimiento proviene de nuestro corazón. EXCELENTE POEMA, MARIANELA.

  7. Cuando se comienza por escribir “Te voy a echar de menos” es que alguien nos importa tanto que siempre recordamos la importancia que tuvo para nosotros o nosotras. Quizás, y digo quizás por no decir que es una certeza, existen seres humanos que nos recuerdan siempre porque nos echan de menos.

  8. ¿La vida intensa tiene momentos malos? No, Marianela. La vida intensa tiene momentos intensos y ningún momento intenso es malo si lo vivimos con la ilusión de vivirlos. Lo que quizás si tenga es a veces tristezas, a veces soledades, pero nunca maldad cuando no somos malos. Porque la maldad sólo la producen las maldades y las maldades nunca forman parte de quienes no conocemos la maldad salvo la que nos han contado y las que contamos para dar a entender que también existe aunque no forme parte de nuestras personas. Creamos personajes malos como creamos personajes buenos o personajes neutros; pero lo que nos define como personas con valor no es precisamente ni la maldad ni los momentos malos. Me parece que he filosofado un poco pero me ha parecido interesante filosofar sobre este punto.

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