El almendro del jardín de la casa de al lado ya está totalmente florecido. Empiezan a desprenderse, como si fuera nieve soleada, algunos pétalos rosados. El vientecillo los transporta hasta cruzar el pasillo que separa ese jardín del de mi casa. El almendro cae directamente debajo de mi terraza y me he estado asomando con cualquier motivo para contemplarlo mientras empezaban a apuntar las hojas y yo sólo tenía ojos para ver el milagro recurrente de sus flores en febrero. No quiero que se caigan las flores, el milagro completo sería ver que este año no desaparecen.
También ha florecido la mimosa, los prunos, todos esos árboles de floración temprana.
A veces he hecho fotos para mi amiga alemana y se las he enviado por correo electrónico para que se animase: Mira, la primavera ya está cerca. Ánimo, ahí tardarán todavía un poco las flores, pero ya falta poco…
Me encanta que existan las estaciones, no me gustaría vivir en un lugar donde el clima no variase. Me parece estimulante el cambio de temperaturas, el ver cada año que en otoño las plantas se adormecen para rebrotar en primavera. Es el mensaje que nos hace llegar la Naturaleza: cuando las condiciones son adversas hay que tomarse un tiempo, no es momento para el crecimiento sino para la espera. Y luego, llegado el momento, para renacer con toda la energía.
. Muy bonito. El ciclo sin fin lleno de cambios de la vida.
El ciclo de la vida es la perpetua manera que tenemos de observarlos y poder tocarlos y olerlos con nuestros propios sentidos. Magnífica descripción la tuya sobre el almendro. Un abrazo.