El “espíritu de acción” en Mishima

Nota de Apertura: Amigo Grekosay y resto de amigos y amigas del Vorem. Totalmente de acuerdo con lo de la conversación dialéctica de carácter simplemente comunicacional. Es para mi muy agradable y sobre todo muy enriquecedor todas las expresividades que surgen a través de esta página. Yo no tengo ninguna ideología concreta porque creo profundamente en las ideas (idealogía que es distinto a ideología). En el marco de respeto a todas las opiniones es donde me muevo y por eso estimo profundamente vuestras participaciones. El hecho de tratar asuntos relacionados con la cultura y el pensamiento de grandes personajes de la historia me sirve para aprender cada día muchas cosas. Y el hecho de leer todo lo que se escribe en Vorem, también. En cuanto a Mishima os aporto este segundo texto sobre su “espíritu de acción” y cerraré mi intervención con un tercer texto solo basado en su análisis literario (que titularé Mishima: análisi de su literatura. Un abrazo a todos y a tí, Grekosay, decirte que me enriqueces mucho con tus textos y que estoy en un espacio muy agradable cuando me “comunico con mi Yo a través de ellos.

Cuando el 25 de noviembre de 197o el escritor japonés Mishima Yukio se hizo el harakiri yo estaba cumpliendo el servicio militar (obligatorio entonces9 y las tardes las ocupaba, entre otras cosas, en practicar artes marciales en un gimansio donde desarrollé gran amistad con un compañero japonés apellidado Sakakura, el cual me hizo inscribirme en un Curso sobre Literatura Japonesa Contemporánea.

A través de Sakakura pude leer las novelas de 3 autores japoneses: “Nubes de pájaros blancos” de Kawabata Yasunari (que había recibido el Nobel de 1968 en lugar de Mishima), “La mujer de arena” de Abe Kobe y “El grito silencioso” de Oé Kenzaburu (que también recibió el Nobel pero ya en 1994). Después fuí aprendiendo mucho de autores japones con la siempre inestimable ayuda de Sakakura que me prestaba sus libros (El angranaje de Akutagawa, Nieve final de Tanizaki, Felonía de Shinzaki y un largo etcétera)… pero yo desconocía entonces quien era Mishima y su obra.

Un día mi amigo japonés me trajo, al fin, la novela “El marino que perdió la gracia del mar” y una obra teatral llamada “Cinco No modernos”. Así comencé a descubrir a este autor. Además me tradujo un amplio surtido de escritos filósfico-políticos del considerado mejor escritor japonés del siglo XX.

Leyendo estos escritos (por eso os digo que mi última aportación sobre Mishima la haré conocer en el tercer capítulo dedicado solo a su análisis literario9 se observa una crítica al sistema neoliberal, una teoría donde la cultura occidental se entrelaza con la tradición clásica japonesa en cuanto a búsqueda del arte de manejar lo político y lo social con las actividades intelectuales revolucionarias; una especie de cruzada que relaciona el espíritu con el cuerpo desarrollando un prospecto pragmático de culto a la actividad literaria, el teatro y las artes en general acompañado del ejercicio de la gimnasia y las artes marciales.

Mishima siempre llevó en su pensamiento y ocrazón la filosofía de los samurais del antiguo sistema feudal japonés: sucesión de derrotas y recuperaciones conducentes a una muerte inevitable, perfección del mecanismo de control mental a través del “bakutu” de los grandes vasallos del shogun (aristócrata japonés), desarrollo cultural y artístico del drama teatral del No impregnado de budismo zen, el asociacionismo mercantil (kabu-nakama) en lugar del libre comercio y la dinámica tensión del código “bushi” del hombre de acción militante y militarista.

Pero, a su vez, de manera paralela, admiraba la filosofía occidental implícita en la teoría del idealismo de Platón (dialéctica sobre el ideal de la belelza, la justicia y el bien como verdades últimas), del pensamiento de Hegel (que se aleja del racionalismo y se basa en el actuar de la vida misma como concepto dialéctico), de la constante acción del idealismo de El Quijote (pura acción y no abstracción), del historicismo de las novelas de Stendhal y del mundo romántico de Goethe. Todo ello, confluye en Mishima en un idealismos del ser y del pensamiento como único y constante eje de la acción repleta de romántico nacionalismo (por eso admiraba las obras de D’Ánnunzio y de Georges Bataille).

Y todo lo encamina a su admiración sobrentaural por el militarismo activo del samurai impasible así como sus conexiones con el cine de aventuras que le empujaba a desarrolla la acción del terrorismo de las guerrillas urbanas del Japón (el “kala burroca”). Esto hacía que su pensamiento fuera continuamente digresivo, basado en la táctica bélica del amor a la belleza contenida en la acción continua.

Su ideología (que la analizo fuera de cualquier posición partidista o prejuiciosa) no pasaba de ser demagogia fascista, tradicionalista, romántica… y por eso aunque elogiaba a los “izquierdistas” como el Che Guevara no hacía nunca referencias a las clases sociales, a la explotación del proletariado ni al término “marxismo”. Rechazaba al comunismo pero, como muchos ideólogos de la extrema derecha, elogiaba a la “persoanlidad” (culto a la persona) de los grandes líderes comunistas.

Mishita era un antidogmático del materialismo dialéctico (algo asó como el filósofo español Gustavo Bueno9 pero sus explicaciones sobre ideología y dialéctica no son claras, no pasan de ser solamente conceptuales. su verdader aideología era el fascismo de “la acción” (por eso quiso ser kamikaze y se libró de serlo por una inoportuna gripe que lo dejó en la cama cuando se iba a lanzar con su avión contra un buque norteamericano): una doctrina ultranacionalista (con algo de racismo), un militarismo que adoraba con asunción absorbente y una enorme comprensión de las literaturas y culturas del Japón Imperial.

en definitiva, su pensamiento (ya hablaremos de su excelente literatura) se basaba en lo concreto y en la responsabilidad para tomar la vida como un lapsus muy corto de tiempo en el que se debía ensalzar el sentimiento de la muerte altamente ética. Por eso cuando fracasó en su intento de golpe d eestado busco por su “espíritu de acción” la “glorifiación” de su muerte haciéndose el harakiri lo mismo que Hitler se envenenó en su bunker (otra cosa distinta fue la decapitación de Mussolini por parte de las masas que antes le habían adorado).

He planteado la figura humana de Mishima (con algunos datos relacionados a su Literatura) fuera por completo de toda crítica partidista y sólo con el hecho de plantear debate con mi compañeros voremios que, como dice el amigo Grekosay) es unicamente dialéctico, no beligerante y simplemente participativo. !Todas vuestras ideas son dignas y valiosas, compañeros!. Mañana finalizaré con el análisis exclusivamente literario de este genial escritor y estoy ansiando la participación vuestra (!adelante Grekosay y los demás!) para seguir enriqueciéndome con vuestros saberes.

Deja una respuesta