Desde la etereidad, aleteó su mensaje
de pájaros de espuma arrimados
al sonido del cristal pulido;
la lluvia era palabra de otro mundo
con las hermosas aves saltando
en las rojas cuerdas del horizonte.

Un soplo misterioso de invisible presencia
daba verticalidad al día, y sus formas
se fueron convirtiendo en arañas del suelo
que iban surcando el tiempo de la tierra.

Se fueron persiguiendo a las bahías
las velas de los pájaros con letras
y en la mesa del campo lleno de luz
bebieron los labios del vaso de la vida.

La compañía del mundo saltando
en el viento de las golondrinas
sirvieron de humo celeste
a la luna que gesticulaba su danza.

Y el aire vivo de la orografía
dibujó un mapa de peldaños
para ir subiendo hacia la noche.