Tenía quince años, vivía en un pueblecito alemán cercano a Hamburgo. Se desplazaba por la carretera que va desde su pueblo hasta otro cercano para reunirse allí con un grupo de amigos y recordar a una amiga y componente del grupo, recientemente fallecida por atropello en la misma carretera por la que ella circulaba, unos trescientos metros más adelante.
El día era lluvioso y caía granizo. Ella iba por el arcén, deseando llegar pronto a la reunión, sin sospechar que se acercaba su final. El conductor perdió el control del coche por exceso de velocidad, la golpeó levantándola del suelo y fue a caer treinta metros más adelante. El fallecimiento fue, al parecer, instantáneo, o al menos eso han dicho a la familia.
Su tía es muy amiga mía. Está compartiendo, desde el primer momento, la pena inmensa de toda la familia con los padres de la niña y los hermanos. Una víctima más de ese mal que corre por las venas de algunos: la velocidad al volante, tanto más peligrosa cuanto las condiciones climáticas son malas.
La conocimos hace unos años, en una tarde feliz de cumpleaños de mi amiga con una de esas tartas alemanas monumentales. Tuvo un entendimiento perfecto con mi hija y no se separaron en ningún momento. La impresión causada por la noticia es muy grande. Esperamos que esté en el paraíso a donde vayan a parar los inocentes que no se sabe bien qué tienen que pagar. Para sus padres se ha acabado la vida…
Si , es injusto para el que se va de esa forma tan radical de esta vida y durisimo para el que se queda.
En estos casos no sirven las frases hechas, no sirve que te digan que el tiempo lo cura todo, pero sin duda hay que seguir viviendo de la mejor forma en la que se pueda .
Ella seguirá siempre en las personas que la recuerdan y en las que no, en su calle, frente a esa inmensa tarta alemana.
¡Un gran abrazo!
Efectivamente, Carlota, como dice NASIA de nada valen las frases hechas como “el tiempo lo cura todo” que es, sin embargo, verdad… pero lo que dejas en tu texto es un sentimiento hondo de tristeza que cala en el alma de quien lo lee. !Cuántas grnades tartas de felicidad han quedado enterradas en esas carreteras infernbales!. !Ánimo Carlota!. Muy intenso tu texto por lo que tiene de humano.