Me han enviado un e-mail con la historia de Turco, el perro labrador que salvó a dieciocho personas en Haití, entre ellas al niño de dos años que permanecía sepultado abrazado al cadáver de su abuelo.
Turco fue abandonado en Tarifa por sus dueños por el sencillo método de darle un tajo en el cuello para extraerle el microchip, de forma que no se les pudiera multar por el abandono. Quedó, pues, a la merced del mal trato de otras “personas”, entre ellas alguien que le causó una herida en el morro por pedradas. Cuando lo recogió un policía estaba flaquísimo, con la herida infectada y lleno de parásitos. Lo cuidó, lo alimentó y el animal empezó a mejorar, pero lo que no recuperó fue el ladrido. Al parecer, los malos tratos recibidos le habían hecho enmudecer.
Posteriormente, una compañera vallisoletana del policía destinada en Ceuta recibió su foto a través del móvil y se dejó convencer para quedarse con el perro. El animal fue ganando confianza, estaba feliz corriendo por la playa, hasta que se inundó por las lluvias la vivienda de su ama, teniendo que desalojarla. El perro fue alojado en casa de la madre de la policía, en un pueblo de Valladolid. Allí lo vió un bombero del grupo de especialistas en rescates de la Junta de Castilla y León y quiso hacerle una prueba para que formara parte del equipo de salvamento. Le costó trabajo convencer al ama del perro, pero al final lo consiguió. Fue adiestrado e incluso lograron que recuperara el ladrido.
Y así fue como Turco partió para Haití para participar en el rescate de las personas sepultadas por el terremoto. El método que siguen los bomberos es el llamado de “efecto maniquí”, es decir, que ellos permanecen inmóviles y atentos a las señales que emiten los animales, a los que se les deja que sigan el rastro por sí solos para no influir en la conducta del perro. Los ladridos alertan al cuidador de que han encontrado a un sepultado que está vivo. Y así fue como, además de diecisiete personas más, Turco encontró al niño Redjeson Hausteen Claude.
Turco es un héroe auténtico y ha demostrado la legendaria nobleza de sus congéneres. Bravo por él, por sus adiestradores y por todos los que intervinieron en su recuperación.
Turco se merece el omenaje que le has demostrado, y aun mucho mas, precioso relato amiga el que nos has contado,un besazo
Que hermosa historia Carlota, ojalá hubieran mas “Turcos” en el mundo sobreponiendose a la adversidad, dejando un poco mejor este mundo de como lo encontro, devolviendo bien por mal, dandonos el ejemplo a nosotros los mayordomos del planeta, bien por Turco, lo celebro y agradezco tu relato.
Emotiva la historia de Turco. Seguro que sus antiguos dueños estan arrepentidos de haberlo abandonado. Perdieron un gran tesoro.
Un beso Carlota, gracias por contarnos su historia.
En verdad que la realidad supera la ficción Carlota… Ves, Dios todo lo hace por una razón. Yo siendo el dueño de Turco no lo dejaría.