El último adiós

El seno está abierto
esperando las cenizas
la mano sujeta el mármol
que la sepultura ha de sellar
dejando fuera… la vida
ningún rayo de luz
penetrará la estancia,
busqué en lo alto
por si acaso tú
allí te hallaras
rogando que tus ojos
a la eternidad se abran
y lloré por ti,
lloré por todos los muertos
pues en tinieblas están sus almas.

Dios mío!
qué oscura y solitaria
es nuestra última morada.

A la memoria de Leticia Pansa Gilbert. Mi “yayita” francesa.

4 comentarios sobre “El último adiós”

  1. Hola Nocturna. Siempre has tenido, desde que conozco cómo escribes, una especial manera de sentir las cosas que te hace original y siempre sincera. Sigue adelante. Escribes con mucho sentimiento. Un abrazo cordial

  2. Es precioso, has hecho que reparase en algo que hasta ahora nunca había pensado y como siempre tus versos tienen un sabor antiguo, hermosos y oscuros. En el hotel se te hecha de menos. Un beso reina.

  3. Definitivamente lo que escribes es sensacional me encanta la tristeza que lo envuelve y las metáforas tan logradas, no sé como te gustan mis poemas cuando lo que tú escribes está a años luz de lo que yo sinceramente puedo plasmar. Besos!

  4. Porque creo que tú si puedes considerarte un poeta, escribir poesía, para mí, es casi como una terapia, una forma de soltar lo que llevo dentro, y en muchas ocasiones descubrir lo que realmente siento, no sé quién dijo una vez que, “la poesía buscando la belleza encuentra más verdad que la ciencia”. Pero me doy cuenta, al igual que lo ha hecho Assen, de que escribiendo poesía resulto un bastante anticuada y me gustaria ser un poco más atemporal, cómo lo son tus poemas, creo que nunca sonarán a antiguos. Te agradezco tu comentario, ante todo porque viene de tu parte.

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El último adiós.

Suena la canción mientras, oculto en las sombras, estás tú esperando la hora propiciatoria como buitre que eres y con las mariposas convertidas en polillas… para saltar, como un tigre, sobre las ingenuas gacelas. Porque tú siempre rompes las estrofas encabalgando con tu potro salvaje. Pero no. No podrás alcanzarla a Ella porque Ella está muy lejos, muy lejos de tu brujeril círculo de tiza sobre el suelo. Está viviendo en el interior de la Poesía. ¿Y qué sabes tú de poemas escritos con el sentimiento si sólo te gustan los ávidos tesoros de las monedas?. Te pierdes en el vacío de los basureros donde sólo encuentras ratas con olor a petrodólares. Las ratas salen a la Luz y la Luz las destruye lentamente. Y yo te envío, de paso, el último adiós. Tranquilo estoy sentado y sonriendo…

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