Ambroggio Nencini levantó la cabeza y descubrió a la pistola apuntando directamente a sus ojos.
– !Llegó tu hora, Ambroggio!. !Ya no te queda otra que morir!. !Pídeme sólo tu último deseo en esta vida y te juro que lo cumpliré!.
– ¿Seguro que lo cumplirás?.
– !Te lo juro!. !Lo cumpliré como me llamo Carlo Negroponti!.
– Entonces… te pido… como último deseo… que no aprietes el gatillo.
Así fue cómo salvó su vida Ambroggio Nencini…
jajaja! Muy listo el amigo Nencini, supo como evitar su muerte.
Sigeu deleitándonos con textos como estos Diesel.
Un abrazo