Es aquel tren que tomamos siempre a última hora, ya cuando todo nuestro presente está a punto de desmoronarse. Entonces decidimos dar el paso al frente, nos montamos en el último tren de la conciencia y salimos triunfadores del futuro. Es ésta una decisión que sólo los lúcidos soñadores de utopías imposibles toman para hacer verídicas y reales a éstas.
Que no son utopías de los imposibles cuando triunfa nuestra esperanza y rebasamos el límite de la realidad e, idealizando nuevas formas de manifestación humana, tomamos ese último tren y salimos a la superficie después de haber vivido tanto tiempo dentro del túnel de las incomprensiones ajenas.
Tomar el último tren de la conciencia es superarse a sí mismo -batallear con nuestro otro yo- y encontrar, al final del trayecto, el nuevo amor que anhelábamos con tanto afán. Sólo los valientes se olvidan del miedo y, conscientes de lo que buscan, aman y sueñan, son capaces de alcanzar la meta a la que se llega con la osadía de romper todos los límites impuestos por los pseudopensadores de la libertad. La libertad no es un pensamiento. La libertad no puede ser nunca una teoría filosófica ni una ideología política. La libertad es una idea florecida en el interior del sentimiento. La libertad no es tampoco, ni puede serlo nunca, un egoísmo epicéntrico de quienes buscan el poder para luego aplicarla caprichosas castraciones. La libertad primeramente es anhelo, después una querencia y, por úiltimo, una conquista que es la primera conquista de los que aman con el corazón en bandolera. Y es,igualmente, ese último tren de la conciencia (la sinconciencia plena) con el que se puede hacer realidad. Libertad es más que decir libertad. Libertad es tomar libertad al asalto y a través del sueño de las utopías realizables sin un para después ni ningún condicionante. Sin líderes capadores y sin aberrantes inconsciencias. Libertad es la sinconciencia más lúcida de todo lo existente e inexistente y es explorar dentro de su verdadero carácter. Libertad es amar a una posible Greta cuando Greta es el máximo exponente de nuestro amor. Libertad es en definitiva (concepto vorémico no más) vivir enteramente enamorado como el niño que ama al caballo de cartón y la niña que ama al niño que ama al caballo de cartón o, en otras palabras más abstractas (pero igual de valiosas) libertad es vivir enamorado como el niño que ama todos los sueños vivientes y la niña que ama al niño que ama todos los sueños vivientes.