El mercadillo: escena de crisis

Doña Abelarda de la Cerda paseaba lustrosa su hermoso culo por la alameda de los Alcatraces. daba gloria verla y escuchar su voz cuando citaba a los politicos que había visto por la tele. Ella, doña Abelarda, pertenecía al ropero de la parroquía del Angel Negro y dirigía la sección de tallas globalizadas para nuevos contribuyentes de la seguridad social. Allá, entre el alboroto de las voces y el olor a bocadillo de sardinas, comentaba con sus compañeras de ropro, que si ella pudiera, convertiría la Moncloa en un Balneario Público y subiría los impuestos, y bajaría el precio de las pipas de girasol y vaciaría los supermercados de “pro” en beneficio de las modelos delgadas. Su amiga Leudovigis, siempre le increpaba con un…¡Ten cuidado con lo que dices!, pero ella, tan firme como su faja no dejaba de dar rienda suelta a maravillosas expresiones:

-¡No vaya a ser que seamos presas de esa obsesión parlamentaria por subirnos el precio de las bragas!-

-Para nada eso de andar por ahí con la píldora postrectal, que si una aborta es porque es consecuente con lo que antró antes de descubrir el resultado…y muchas de las presentes hacen bien en bajar la mirada y o señalar a nadie.-

– MIrad chicas, si tenéis ganas de mear mientras apartamos la ropa, pues os retiráis al servicio sind ecirle nda al párroco que luegova detrás y ya sabe por dónde mira…que no es accidente el pedazo de raja que hay en la pared del retrete y por ahí pasa más de un ojo.-

– Para mi la fe es como las alubias, lo único que llego a conseguir es perpetuar su presencia con mis pedos.

Genial. Seguirá.

3 comentarios sobre “El mercadillo: escena de crisis”

  1. Jajajajaja, contigo me parto y dejame decirte con todo respeto, que me parto en varios sentidos. Tienes potencial, eres de los pocos de aqui lo suficiente armado como para llegar a buen puerto, tu escritura tiene una cadencia, que como lector me dejo secuestrar placidamente.
    Alubias eh? genial!

  2. Yo tambien me parto con estos textos tan jocosos. Siempre me han gustado y te doy las gracias una vez más por volver a escribirlos para deleite de los que venimos a leerte.

    Un saludo afectuoso Grekosay.

  3. Me divertí leyendo, Grekosay. Me partí de risa menos en el final donde creo que estás totalmente equivocado. Yo hubiese terminado así, con perdón y con tu permiso: “Para mi la fe es un croissant con cabello de ángel”. pero bueno. Cada uno es cada uno. De todas formas el resto del relato me entretuvo un montón y me hizo sonreír. Gracias a Dios.

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