Hace ya muchos meses que no le veo. El estaba siempre allí, en la puerta del supermecado´para. solícito, ayudar a transportar las bolsas de viandas a cambios de unas moedas. He preguntado por él. Primero me dijeron que había sido internado en un hospital. Casi nadie sabía nada de él. Ahora me entero de que ha muerto. Y yo le recuerdo, personaje de la marginación, con su retraso mental profundo pero un gran corazón. A veces lograba tener conversaciones pormedio de señas y ruidos y entonces me enteré de que estaba enamorado de una chica preciosa que, todos los días, pasaba por su lado camino de la Universidad… hasta que un día se me acercó llorando a lágrima vivia y me dijo que ella le había dado calabazas y que la había visto besarse en la boca con un chico joven, atlético, rubio… y él sufría como nunca yo he visto sufrir a nadie.
Ahora ya no existe. Al igual que el cojito limpiabotas del Ministerio de Salud (que fue asesinado por guerrilleros colombianos porque sabía muchas cosas sobre ellos y el narcotráfico y era necesario eliminarle) y al igual que el vagabundo de la central (atropellado por un camión de alto tonelaje durante un atardecer de hace año y medio).
Personajes del lumpen. Seres que vivieron una vida de desgracias propias de una novela de color gris… y si hay un más allá ¿dónde irán estos seres que nunca tuvieron vida feliz?. Yo, recordando a mi amigo el mudito del supermercado, he enviado hoy, por las ondas del programa radiofónico ¨Ëntre Amigos¨ un saludo de despedida y de recuerdo a quienes en vida no tuvieron ni tienen nada, absolutamente nada, por la que estar satisfechos. Si existe Dios… no lo comprendo…