El otro hombre y yo

Son las doce y veintisiete de la noche, levanto la cabeza hacia el cristal y veo, reflejado, a un hombre que está escribiendo. Con la mano izquierda sujeta el papel mientras la derecha escribe. En la mesa hay una figura de porcelana; una mujer con un cántaro de agua que está en posición de sentada sobre una roca. En la estantería de la sala, a la izquierda, un lote de carpetas de color azul y a su lado, en el compartimento siguiente, un juego de café y una fotografía de boda, en el centro hay siete libros y algunos trofeos deportivos y a la derecha un juego de cartas… por la calle, verdaderamente ventosa, circulan varios automóviles y junto al semáforo un vagabundo está pidiendo limosna.

Miro al hombre reflejado en el cristal. Al igual que yo ha dejado un momento el bolígrafola y está con la mano derecha acariciándose la cara. La izquierda sigue sujetando al papel. Escribo y él también escribe. Yo no sé qué es lo que está escribiendo el hombre que se refleja en el cristal, el mismo hombre que bebe, al igual que yo, de una taza de café. Probablemente estará escribiendo cualquier otra cosa distinta a la mía. ¿Quizás un poema?. Quizás…

En la mesa hay varios objetos pero sobresale un vaso con una flor ya ajada. La flor tiene la cabeza inclinada y roza la mía. Ya no huele, su pétalos se han ennegrecido, pero sigue siendo una bella flor mustia. ¿También está viendo la flor el hombre que se refleja en el cristal?. Quizás esté escribiendo un poema sobre ella…

En la calle ha aparecido una pareja de gitanos. Ella mal vestida, con un bebé en brazos, y discutiendo con el vagabundo que está junto al semáforo. Él parece un rajá hindú pero sin turbante. Altivo. Desdeñoso. Mirando solo al frente mientras camina.

Ahora siento que alguien me está llamando. Levanto la cabeza y dejo de escribir. El otro hombre, el que se refleja en el cristal, también levanta la cabeza y ha dejado de escribir. ¿Será que también siente que alguien le llama?. La lluvia empieza a golpear en la ventana. Los semáforos van cambiando del rojo al ámbar y del ámbar al verde mientras en el asfalto se reflejan los focos encendidos de los automóviles. Sobre el suelo sus luces son ahora de color amarillo, ahora de color naranja, ahora de color rojo… y nunca se queda quieta la luna sobre el pequeño vaivén de las gotas que caen sobre el cristal de la ventana.

¿Era verdad que alguien me llamaba o sólo ha sido un falso presentimiento?. Pienso que alguien me está observando. Miro hacia el cristal. El otro hombre ha dejado de escribir y me está contemplando fijamente. Miro ahora al panel de corcho que hay en la pared. Varias fotografías de momentos vividos junto a seres queridos y un poster de un concierto de música rock. La flor parece como que se ha inclinado un poco más y está a la altura de mis ojos. Un pétalo se desprende y cae sobre la mesa. Escribo. Un rotulador de color azul sobresale de entre otros varios que hay en un recipiente de plástico. ¿Era verdad que alguien me estaba llamando?. Escucho. No oigo nada. Sigo escribiendo y sigo teniendo la sensación de que alguien me observa.

En la calle suena la sirena de una ambulancia, Observo que el otro hombre también ha dejado de escribir ¿un poema?. Me asomo a la ventana. La ambulancia dobla la equina y aparece un joven silbando una tonadilla. Viene algo cargado de bebida y se queda mirando al vagabundo. Después se aleja mientras sigue silbando. El vagabundo se acerca a un Renault que ha frenado en el semáforo. Recibe una moneda y da las gracias. Miro al interior de la sala. Distingo, pinchado en el panel de corcho con una chincheta, un papel donde alguien ha escrito “Cita para el jueves con la Cruz Roja”. Y debajo un número telefónico que empieza por 968…

Escribo que hoy el viento ha derribado varios árboles en una ciudad de Andalucía. Me subo las solapas de la gabardina porque esta frase me ha producido frío. Miro al otro hombre que está escribiendo, También tiene frío y también él me mira a mí. Es el mismo hombre que veo todas las mañanas asomándose al espejo del salón de baño antes de comenzar a afeitarse.

Son la una y veinte de la madrugada. Tengo sueño. En la calle ya sólo el silencio reina en toda la noche. La luna sigue moviéndose en los charcos que ha formado la lluvia al compás de las ráfagas del aire. Ya no llueve pero hace frío. Recojo las hojas de papel y las guardo en el portafolios. El hombre que se ve reflejado en el cristal sigue escribiendo… quizás un poema a la flor que inclina su cabeza por el paso del tiempo.

9 comentarios sobre “El otro hombre y yo”

  1. Deberíamos aprender a mirarnos “desde fuera”, con cierto desapego pero con atención, porque normalmente las emociones nos ciegan y no sabemos mirar de forma objetiva. Lo que observáramos de esta forma sería muy interesante.

    Ahora, Diesel, me he perdido en lo del penúltimo párrafo. ¿Escribes con la gabardina puesta? Es que me releído el texto varias veces y no veo que menciones en ningún momento que te la habías puesto. Puede que sea algo que yo no he captado.

    El hombre al que observas te observa también a tí. Escribe, quizá un poema, pero su principal actividad es observarte.

    Un abrazo.

  2. Por si alguna vez yo, alguien, o tu mismo lo dudares alguna vez en la vida, dia tras dia demuestras lo mismo: tienes un alma intrínseca de escritor. Esa capacidad para describir lo que ves a tu alrededor creando un ambiente casi místico, diríase mágico, de tu vida cotidiana te hace increiblemente interesante.
    No se, de alguna manera te estás desnudando y todo el que no esté mirando hacia otro lado debería ver la bella persona que descubres. Un saludo!

  3. Es interesante tu forma de escribir, pero hay algo de vacio q noto en lo q leo, cada renglón, refleja soledad no se si es de tu personaje o de la conexión q hay entre este y el tuyo….en fin bey….q estés bien….

  4. Hola Diesel, optimo, desde la perspectiva de la dualidad que tambien consideró Carolina, El hombre que piensa, muchas veces no es el que escribe, el que piensa lo hace y se involucra con las ideas, el que escribe, lo hace con oficio y se esmera en lo técnico. Bien pensado Diesel.

  5. Hola diesel me he sumergido en tu texto y has hecho que viva la situación contigo. Me gusta como escribes y tus relatos me recuerdan un poco a los mios, quizas porque se asemejan en la busqueda de la verdadera identidad, búsqueda que naturalmente resulta solitaria,por eso tu relato refleje esa soledad que se asoma al espejo. Cuando te llame, aguza tu oido y escucha, quizás te sorprenda lo que te diga.

    Quiero agradecerte tus palabras siempre alentadoras y el buen recibimiento que me has dado desde que me he unido al grupo. No puedo entrar por aqui todo lo que me gustaría pues tengo que medir mucho mis energías, que hay días que no son muchas, pero poco a poco intento participar e iros conociendo.

    ¡Ah!, me encanta que me llames Diana. Poco a poco aquel sueño se va haciendo realidad.
    Un beso. jdiana

Deja una respuesta