El Paco (Retrato)

El Paco es un comunista de toda la vida; pero de esos comunistas que se saben de memoria todo “El Capital” de Karl Marx y es capaz de estar horas enteras hablando de la dictadura del proletariado, la lucha de clases, la praxis y toda la parafernalia propagandística del PCE (Partido Comunista de España). Es un verdadero tipo vallecano. Paco está casado y tiene a su hija totalmente aburrida de tanto “tocho” ideológico del Partido. Para El Paco el Partido Comunista de España es su Causa y su Religión.

Hombre de boina negra en ristre. Para él Fidel Castro es un ídolo intocable y El Che Guevara todo un santo de la Causa. La Causa es su principal ocupación.

Con sus cejas bien pobladas y su rostro arrugado, curtido en mil batallas dialécticas, El Paco suele tomar el sol bajo la arboleda perdida en medio del barrio del Pozo del Tío Raimundo. Adora la poesía de Rafael Alberti.

El Paco es de los de andar con la vara en mano golpeando a los matujos por ver si encuentra en su camino algún conejo solitario… y los santos inocentes de los gorriones se esconden rápidamente cuando El Paco, siempre con su cantinela comunista en su jerga popular y chocarrera, habla consigo mismo solo de la Causa. Siempre la Causa. No es casual que su hija Rosa “La Vallecana” esté interesada en leer Cien años de soledad de Gabriel García Márquez; porque de verdad que es una verdadera soledad estar escuchando todo el santo día a su padre sobre la Causa. Venga la Causa por aquí. Venga la Causa por allá. Entre El Paco y Marianito, Rosa ha tomado el camino de en medio y se dedica a cantar canciones infantiles por los pueblos de los alredores del Sureste de Madrid.

El Paco tiene un cuerpo corpulento, de esos que parecen haber sido nacidos de un chopo y, como es de los de armas tomar, no permite que nadie ponga en duda la Causa, su Causa, siempre la dichosa Causa. Ni en broma ni en cachondeo; aunque a la hora de decir la verdad, él si que se cachondea de todos los niñatos de la Falange, a los que llama continumente, con su palabra rotunda, “niños vestidos de gilipollas al mando de un gilipollas vestido de niño” porque El Paco es de un hablar directo y sin ambages. No se anda con rodeos cuando piensa que lleva toda la razón del mundo y defiende a capa y espada a La Pasionaria y a Santiago Carrillo, a quienes imagina echando algún “polvete” juntos.

El Paco es un andariego impenitente. Camina por los descampados vallecanos con su vara siemre de izquerda a derecha y de derecha a izquierda golpèando sin piedad a los matujos. !A él que no le vengan con que los franquistas llevan razón!. El Paco es comnista de toda la vida, de esos que llevan siempre en su boina negra grabadas, bienen rojo, la hoz y el martillo. De joven quiso ser cura pero le tiró más el cine y por eso en todo momento está viendo películas mientras come pipas de girasol y tira las cáscaras al suelo sin importarle un comino lo que digan los demás. !Pues bueno es El Paco para que le vengan con cumplir con las ordenanzas de los concejales!.

El Paco se cabrea continuamente con Marianín, un pobre “pardillo” en esto del comunismo. El que quiere ser esposo de Rosa “La Vallecana”, pero que es más bien sabelotodo sin saber casi nada, le ha salido un poco “rana” y además dicen que “entiende”… y ya saben en Vallecas lo que significa eso; o sea, “ser de la acera de enfrente” o que entiende lo que “es ser de la acera de enfrente”, que de ambigüedad tiene este dichoso Marianín tanto que le trae por la calle de la armargura al recio y forzudo Paco. Además de ser algo parecido a un “mariquita” según el parecer de El Paco, éste se ha enterado, por chismes de la vecindad, que busca casarse con la Rosa sólo por los buenos dineros que El Paco tiene guardados en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid como un verdadero tesoro.

El Paco siempre duerme a pierna suelta, con la vara en su mano izquierda para sacudir a las moscas y por si tiene que levantarse a medianoche para cimbrear las espaldas a alguno de los “moscardones” que rondan a la Rosa. Tiene las piernas más bien cortas y algo encorvadas que se le quedaron así de tanto cargar cestos de escombros ecuando era peón de albañil. El Paco se la tiene jurada al Marianín y no hace más que amenazarle con su vigoroso puño izquierdo en lo alto. Porque los puños de El paco parecen dos verdaderas granadas de mano al final de unos brazos que parecen bazookas.

Un comentario sobre “El Paco (Retrato)”

  1. El Paco no será tan de izquierdas si es que tiene guardado su dinero a buen recaudo, que lo utilizaria si no para la causa, me ha encantado tu historia diesel, un beso amistoso

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