El pan de cada día

Decidido salgo hacia el metro; miro alrededor para convencerme de que es imposible encontrar tranquilidad con las miles de luces en los auncios que se clavan en mi memoria cuando trato de evitarlas.
Las sombras entre las calles ocultan alguna triste esperanza; mientras, la corriente de animales nos dirigimos, con cabeza gacha, hacia los intestinos de Madrid.
La música suena fuerte en mis oidos y un cigarro finalmente se consume hacia mi interior.
Sigo caminando.

3 comentarios sobre “El pan de cada día”

  1. Condenato, no te consideres parte del rebaño. El rebaño no suele hacerse las reflexiones que tú te haces, no parece que le hieran las miles de luces como te hieren a tí. Sigue caminando, pero ten muy claro que tú piensas, mientras que otros no.
    Ánimo y valórate más a tí mismo.
    Un saludo.

  2. Afortunadamente, el cerebro elimina gran parte de los estímulos externos que recibe, por ejemplo a través de los anuncios. Se calcula que recibe (¿a diario?) once millones de unidades de información, de las que sólo se queda con cincuenta.
    En el centro de Madrid, lo que yo veo son tristes desesperaciones en las sombras.
    Ten cuidado con la música del Ipod, no vaya a acabar disminuyendo tu capacidad auditiva.
    Sigue caminando, Condenato, no dejes de caminar… ni de enviarnos tus reflexiones, que son estupendas.

  3. valorarte mas a ti mismo, no creo que se trate de eso.
    si de valorar un poco mas a madrid, su bullicie, que no el rebaño, la lluvia de caras y caretos, pintas y pintajas.
    momentos Metro, con una buena banda sonora retumbandote en los oidos. a ratos eres morrison, a ratos el señor chileno que toca el saxo en cualquier esquiña polvorienta del anden. qué mejor que viajar entre caras anonimas, siendo una mas…

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