El patricio Ben Avides (relato)

Noches de tertulias en la casa quiteña del Conjunto Residencial Falconí. En la casa de José María todo es fiesta y alegría. Noches en las que se habla hasta del sexo de los ángeles o las diferencias existentes entre la gasolina y el diesel. Al son de las guitarras y el canto, allí había siempre un lugar para todos y todas y aún… !sobraban sillas!. ¿Sobraban sillas de verdad?. Pues mi intuición cree que las ocupaban duendecillos malignos.

El caso es que, entre los contertulios más sonrientes, se hallaba el patricio Ben Avides, felizote él en sus comentarios sobre las bombas de Al Qaeda que tumbaron Las Torres Gemelas de Nueva York e hicieron saltar por los aires a los tres trenes de cercanías en la Estación de Atocha de Madrid, además de las bombas que intentaron destruir el Pentágono de los Estados Unidos.

Ben Avides canturreaba, con chasquidos de lengua y de dedos, jarchas y moaxacas mozárabes de orígenes “granaínos” y en nombre de su amado Bin Laden que le había prometido (al igual que Don Quijote hizo con Sancho Panza con aquello de la isla Barataria) un cortijo en la Granada de Al-Andalus (nombre con que los moros conocen a la española Comunidad de Andalucía). Ben Avides acompañaba sus jarchas y moaxacas con toques de castañuelas imaginarias y una especie de “baile” flamenco que más parecíase al de “San Vito”. Algo así como un Falete del Ecuador. Y es que Ben Avides (corto de entendimiento e inteligencia) creía… !vaya paradoja!… en eso de “la inteligencia al poder”!. Lo único que le pasaba es que su imaginación era muy, pero que muy cortita.

Ben Avides, a pesar de ello, ansiaba el poder (no olvidemos que avidez en andaluz se pronuncia avides) y su continuo chasquear de lengua y dedos en dialecto almoraví era, en realidad, una forma de morse para parlar con los duendecillos de las sillas vacías que, a su vez, se las pasaban en clave al feroz Bin Laden.

Sucede que la sala de las tertulias estaba presidida por la cabeza de un ciervo de grandes cornamentas en las cuales Ben Avides colocó la elegante corbata del cronista de aquellas tertulias. Y siempre, al ver la corbata del cronista en los cuernos de la cabeza disecada del ciervo, Ben Avides soltaba alegres carcajadas acompañadas de chistes verdes y subidos de tono,

Reía socarronamente Ben Avides mientras daba vueltas y más vueltas por la casa de José María, chasqueando continuamente lengua y dedos, buscando algún escondite. ¿Escondite?. ¿Para qué demontres buscaba Ben Avides escondites en la casa de José María?. !Etaba claro!. !Buscaba escondite para armamentos y sobre todos para drogas como “camello” que era. !Y no olvidemos que Mahoma fue camellero!. !Camellero antes de hacerse falso profeta de Alá!.

Mas de repente, de tanto hablar del sexo de los ángeles y las diferencias entre la gasolina y el diesel tropezaron con el Apocalipsis de Juan. Se hizo la penumbra en la mente de Ben Avides que comenzó a venirse abajo y a sentirse mustio. Alguien, allí, que no era otro sino el cronista, había observado detenidamente, durante muchas tertulias, detenidamente los comportamientos del patricio Ben Avides.

Fue entonces cuando éste abandonó a su mujer e hijos y puso “pies en polvorosa” buscando refugio bajo las faldas de su prostituta preferida. Sí. Pagando una fuerte suma de dólares por ello. Aunque el muy “listo” de Ben Avides olvidó que las prostitutas se venden al mejor postor. Y el mejor postor no era Ben Avides precisamente.

Ahora Ben Avides, según comentan los más sabios veteranos y las más sabias veteranas, que sabían todo sobre aquellas tertulias nocturnas en casa de José María, sabían también que a Ben Avides era muy fácil detenerle. Y entonces cantó Ben Avides… !vaya que si cantó!… pero no a través de jarchas ni moaxacas sino en español puro.

No se alarmen, mis queridos amigos y amigas lectores; que lo que sucede es que el famosísimo cuento histórico iraní conocido como “Las Mil y Una Noches” no contiene 1.001 cuentos precisamente sino que su número exacto es 1.002. LLamémosle si queremos, más que cuento, algo así cómo Prólogo o el “Apocalipsis” del Irán.

Bueno, cuento o prólogo o “Apocalipsis” iraní, Ben Avides forma parte de las Mil y Una Noches de héroes como Aladino el de la lámpara maravillosa, Alí Babá y los cuarenta ladrones y Simbad el marino que hacían deliciosas las veladas de Sahrazade y el rey y, sobre todo, del “terrible” (jajajajaja) Osama Bin Laden al que se le acaba de caer el turbante.

Eso es todo. Nada de alarmas pues la cosa es bastante sencilla. Basta con saber que Bin Laden (al igual que Ben Avides) ya está detenido. Y este es el final del patricio Ben Avides que quiso conquistar Andalucía empeñándose en llamarla Al- Andalus.

Y es que en la guerra y en el amor vale todo menos hacer trampas Ben Avides.

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