El perdón de lo imperdonable

Curiosa paradoja es ésta de tener que pedir perdón tras haber demostrado lo razonable del razonamiento lógico y hasta analógico. Lo que sucede es que aplicar la lógica al mundo femenil de Voremia conlleva tener que pedir perdón por cualquier motivo, aunque este motivo sea una verdadera tontera. Tengamos muy en cuenta que la psicología de las hembras humanas del Vorem no es muy humana que digamos sino que es muy parecida (o peor) a la psicologóa de las sirenas mitológicas de Homero y otros por el estilo:

si escuchas sus razonamientos (por llamarlos de alguna manera entendible) enloqueces más que un elefante en una cacharrería. Por eso, antes de terminar sentado en un sofá contándole toda tu vida a un psiquiatra cualesquiera (normalmente argentino) o hablando con las estatuas de Don Quijote y Sancho Panza en la madrileña Plaza de España, es mejor pedirles perdón y no tener que hacer un semanario antiestrés de esos que se publican por ahí en forma de test conductual. Y es que hay periodistas que con tal de vender sus artículos cuchufleteros somos capaces de pedir perdón hasta por haberlos escrito; sobre todo si la directora del semanario es nuestra parienta o la parienta de otro. También queda la solución de no hacer un semanario sino de meterse en un seminario, que al parecer lo cura todo (aunque a los voremistas ni el seminario nos salva).

Puestas las cartas sobre la mesa de juego hemos de estar lo suficientemente avisados de que ellas juegan siempre con una carta de más (a veces hasta con dos o tres) mientras nosotros jugamos siempre con una carta de menos; lo cual, si las matemáticas no engañan (porque yo ya me puedo esperar todo) ellas tienen 2, 3 o 4 jugadas de más que nosotros y, en fin, aunque ganemos a pesar de eso es mejor pedir perdón y decir que hemos tenido demasiada suerte o mejor todavía que no hemos merecido ganar y que en realidad es que no sabemos contar puntos y las que han ganado han sido ellas. Todo sea por tenerlas contentas y por la paz mundial… porque ganemos o perdamos es necesario pedirles perdón aun perdiendo (parece incomprensible pero es verídico). Porque eso es esencial para la psicología femenina en el Vorem para que ellas tengan siempre la satisfacción de sentirse superiores a nosotros.

Ahora bien ¿eso es real o ficticio?. Mejor ni plantear esa duda. Ellas dirían que las dudas les ofenden o nos saldrían con el cuento de que todo es relativo y que la verdad es relativa pero que ellas tienen siempre la verdad absoluta sobre todos los temas habidos y por haber (incluso sobre el fútbol masculino). Y para no entrar en el sufrimiento y la tortura de tener que hablar de relatividades con ellas (que sería como para volverse más locos que Carioco) es mejor darles la razón y decir que sí a todo lo que ellas digan que sí, y decir que no a todo lo que ellas digan que no, y decir que no sé a todo lo que ellas digan que no sé, y decir que ni sí ni no sino todo lo contrario a todo llo que ellas digan que ni sí ni no sino todo lo contrario, etcétera, etcétera, etcétera. Así estaremos seguros de tenerlas siempre contentas porque a las hembras voremistas esto de tenerlas siempre contentas si que no es relativo. Pero a veces ni con eso se conforman y aunque les demos la razón no se satisfacen.

No hace falta leer libros y más libros escritos sobre la psicología femenina de las voremistas para entenderlas. Son así y sanseacabó, no hay vuelta de hoja en este asunto. Y como es mejor tener las fiestas en paz sigámosles siempre la corriente aunque sea una barbaridad lo que digan¡, hagan o incluso piensen. y esta es la enorme tragedia de nosotros, los hombres de Vorem porque vivimos siempre al son que ellas nos tocan si queremos ser felices o en caso contrario nos toca dormir con el sereno de la noche dando vueltas como peonzas por los cuatro vientos, por los cuatro caminos o por las cuatro esquinas de nuestros barrios correspondientes.

No le demos más vueltas al asunto que es peor. No protestemos que es peor todavía. Pidamos perdón a lo imperdonable. La cuestión no es hacerse el gracioso sino caerles en gracia… y para eso es mejor tener la suficiente habilidad de no razonar con ellas y menos aún razonar contra ellas. que la vida que nos toca vivir son 2.000 siglos y eso es mucho tiempo como para andar como los gatos y los perros. Pidamos perdón, hombres del Vorem y estemos siempre unidos pero muy atentos con ellas, aunque nos cueste sangre, sudor y lágrimas porque como diría Winston Churchill (que no lo dijo, por cierto) “es mejor tener contenta a una mujer voremista que demostrarlas cuan equivocadas están”. Y ahora váis y lo cascáis…

Que la paz se construye pidiendo perdón por todo, todo, todo… a nuestras hembras y como diría Aristóteles (que tampoco lo dijo, por cierto): “una mujer voremista siempre es una mujer y un hombre voremista siempre es lo que una mujer voremista quiera quie sea” !Muy bien por Aristóteles!.

Y. por último, Descartes, otro filósofo ilustre de la Humanidad y del pensamiento preclaro del pasado diría (que igualmente no lo dijo): “una mujer voremista feliz es aquella mujer voremista que, olvidándose del Racionalismo, es lo mejor que existió, existe y existirá por los siglos de los siglos amén (osea así sea)”. !Y que Dios pille confesado al hombre voremista que diga lo contrario o que tan siquiera intente demostrar lo contrario!… pues también Ortega y Gasset diría (!tampoco lo dijo!): “Todo hombre voremista es una circunstancia creada por una hembra voremista” y es por eso por lo que yo digo que nosotros no somos nosotros sino nuestras circunstancias, osea lo que ellas quieran que seamos con total alevosía, nocturnidad y premeditación (lo cual es mejor no denunciarlo a ningún juez y aceptarlo si o si y sin rechistar); que este asunto de las hembras del Vorem es que ellas son más inteligente que nosotros y !qué le vamos a hacer si ellas lo dicen así!. Repito: aceptar y callar sin rechistar.

En otras palabras que, ante ellas, los hombres voremistas no somos nada o no somos nadie (siempre según la lógica de la psicología de las féminas del Vorem). Y después de esto una de dos: o nos elevan a los altares y nos adoran como a dioses o nos terminan pulverizando definitivamente. A lo mejor tenemos suerte y hasta nos adoran (pero no seamos demasiado ingenuos porque todo puede suceder).

En resumen: después de este artículo si no nos matan es que nos adoran profundamente y entonces llegará nuestras venganzas que, como todos sabéis, las venganzas cuanto más templadas mejor… aunque los no voremistas nos llamen a nosotros y a nuestras hembras “masocas” perdidos.

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