Un atardecer el pleno verano, en un pueblo caracterizado por sus calles angostas; en la multitud del bosque se proyectaba una casa construìda de palos y techo de laminas, y a un costado se hallaba un pozo. Ultimamente, el sòlo echo de verlo ocasionaba en mì la intriga y la ansiedad de humear.
Postrada con la mirada titubeante poco a poco me acercaba, asomandome y en la claridad donde brotaba el agua me veìa reflejada en aquella obscuridad; habitando en mì un abismo vertical, distorcionando mi semblanza al momento en que se colaba un aire, trayendo un ruido que se desvanecia en las paredes àsperas.
Asimilaba el esbozo deforme de mi rostro, bajo la oscuridad buscada…
Si lo buscada, anteriormente camine bajo el sol de medio dìa, queria encontrar mi faz envuelta en una masa negra; asì cuando piendo y asì cuando sueño y se queda entintado bajo la sombra obscura que proyecta mi realidad, aquella en la que me allo y me reflejo, como la verticalidad que formo las rocas, para llegar a la cavidad donde brota agua.
Lo halle, como quien lo cabo y allo un manantial y plasmo un circulo oscuro y un reflejo en la profundizaciòn donde ahora me proyecto, buscando en la obscuridad echa, la imagen que se postra junto conmigo en la mezcla de tierra y piedra, que se pierde cuando cae la noche y me marcho,descubriendo que envuelta en un circulo negro, hay ahì un rostro distorcionado, que es… creo mìo.
Un comentario sobre “EL POZO”
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Muy bueno Monica… excelente grado de composición personal. Entiendo que la faz de todos nosotros siempre es una distorsión nocturnal. Un abrazo.