Aprovecho el Adagio que Vorem incorpora en su cabecera y creo que es una verdadera “perla”. Estamos esperando demasiados cambios, y todos de una forma repentina, como si no tuviéramos tiempo o alguien nos fuera a arrebatar lo que creemos es nuestro: los derechos. Era de esperar que en este Estado profundamente inconsecuente con sus tradiciones, cuando aún estamos en manos de políticos inmaduros, de besamanos palaciegos, de sospechas de la sospecha y de un “dejar hacer”, como filosofía del voto útil…no surgiera un sí rotundo ante la propuesta de las “uniones entre personas del mismo sexo”. La peor de las incoherencias es argumentar desde el pasado con prejuicios y valoraciones que desenfocan la realidad. Lo que me hace sentir es que la batalla está servida, no para que lo que es un derecho se cumpla, sino en para descubrir al “ganador de esta contienda”. Se trata de pelear, de diseñar un futuro basado en los logros de poder, y no en el servicio a la comunidad social, al ciudadano y a la ciudadana de a pie. Surgirán los mismos rigores a la hora de plantear la eutanasia, a la hora de repartir el agua, a la hora de comprobar si la escuela pública es o no laica, a la hora de descubrir listas en las que aparecen deslices homosexuales de políticos, religiosos, periodistas, prelados y hasta de los muñecos de barrio sésamo. La venganza está servida, porque es la fuerza de quienes en la batalla se consideran perdedores. ¿Quién desea lo más adecuado para el pueblo?