El Reflejo de los sueños en lunas rotas(Perdido en la eterna oportunidad) 27

Ya se escuchaban cerca las alimañas, los alientos presos de salvaje excitación violenta. Mentes huecas, vaciadas por líderes carismáticos, influenciándoles odio hacia las razas. Los primeros en llegar iban motorizados, otros con patines en línea y bates de béisbol les secundaban. Eran poco originales, sus rostros no mostraban restos de amabilidad y sí de sangrienta ansiedad enfermiza, sacaban espuma por la boca. Janina sin pensárselo, disparó tumbando a unos cuantos.


¡Eh!, pájaro bobo, refiriéndose a Andy , ¿te animas o qué?, si quieres ya lo resuelvo yo sola, ¿eh? No quisiera molestarte. Total, son muy pocos…
Andy reaccionó con la alusión y el codazo de Janina. Se había quedado traspuesto con los mensajes que le enviaban mediante ondas expansivas, los seres del “Subway”, fue inútil, no podía descifrarlo. Desconectó y apretó el gatillo de la metralleta, extrañándose cada vez que se acercaba al blanco.
Espera a otra vida, quizá lo consigas…, se burló la muchacha que sin tregua y sin pausa escogió una de las motocicletas más potentes de los enemigos mercenarios abatidos y pensando que no la necesitarían en el más allá, montó con destreza, haciendo señas a Andy para que hiciera lo propio.
Oye, es que… yo nunca he llevado una de éstas, si te soy sincero ni siquiera sé ir en bicicleta. Siento defraudarte…
Vaya, tío, eres un pozo de sorpresas. El tipo ideal para correrse una aventura, él se encogió de hombros, venga date prisa, sube detrás mío… tesoro.
Escaparon a velocidad máxima. Andy de paquete continuaba ametrallando el aire y de rebote se cargó unos cuantos, recibiendo a cambio una bala en la rodilla y una rozadura en el brazo. Pronto pusieron tierra por medio y terminó aquel toma y daca. Todo hacía sugerir que estaban salvados… o no, pregunto…
¿Te duele mucho? Has sabido comportarte con valentía. Ánimo, te llevaré a una cabaña despoblada y tranquila donde nadie nos encontrará y podré curarte esas heridas.
Todavía no sé porqué nos perseguían… ¿qué hacía en aquella camilla?, ¿quién eres tú que apareces y desapareces?, ¿quienes eran los presuntos médicos y esta banda de… zumbaos motorizados…?
Eres la hostia tío, ¡pues no haces preguntas! Es mejor que te relajes y no pienses. Estás perdiendo mucha sangre, guarda las fuerzas… luego habrá suficiente tiempo para discutirlo todo y sacar conclusiones sin precipitarse, ¿vale?
Saliendo del túnel, rodaron por una bien asfaltada autopista a ciento ochenta durante unos tres cuartos de hora más o menos y después giraron por un atajo medio oculto por la maleza, penetrando en la espesura del bosque, transformando el paisaje urbano por la paz llana de los campos verdes y la frondosidad de árboles frutales que en un día más propicio, con menos incidentes, hubiera podido resultar una magnífica excursión a pleno pulmón.
Yéndosele la visión y la noción en fracciones de tiempo y luz, los ojos estrábicos, mareado, tratando de soportar el dolor cada vez más potente, iban cruzando en travelling, desplazándose en movimientos trepidantes las numerosas familias de álamos, rosáceas, fagáceas, abietáceas y otros tipos de desconocidos arbustos y plantas gigantescas que le hacían sentir limitado en proporciones. El cielo que ya estaba nublado, ennegreció con viejo tinte y sin sorprender porque se veía venir, comenzó una nueva tormenta, empapando los cuerpos y la bujía de la máquina, que paró y no quiso volver a ponerse en marcha. Janina trató de conectarla en vano, nada, ni una maldita chispa. Janina, mujer de temple, con decisión y recursos, la dejó caer por unas rocas y bajó para taparla con matorrales hasta que desapareció de la vista y agarrando a Andy de los hombros, le ayudó a ir andando hasta un pequeño refugio hecho de troncos y cariño de papá… Entraron. Él se estiró en un cómodo sillón, mientras ella encendía la chimenea.
Bravo, la leña prende de puta madre, en cinco minutos tenemos caldeada toda la casa. Ahora lo que hay que hacer es secarnos las ropas y curarte… Eso está feo, miró la herida , va, no es para tanto, parecía más por la sangre coagulada. Son sólo dos rasguños, no hay casquillo de bala, debe haber rozado o rebotado con algún botón de la cazadora, ha habido suerte, suerte, una palabra que hacía tiempo que Andy no escuchaba , últimamente no tenía demasiada “suerte”. La suerte le había abandonado y parecía, por lo que decía Janina, que había vuelto, ¿o estaba delirando?
Te limpiaré con alcohol y con esta gasa haré un bonito vendaje. Ajá, ya está listo, unos días y a correr. ¿Sabes?, continuó hablando ahora con nostalgia , mi padre construyó él solito esta cabaña, fue cuando mi madre se largó con su amante, nos dejó, nos abandonó por una vida más lujosa. Mi padre me explicaba que ella era una mujer muy extravertida y le abrumaba el sedentarismo. Papá creía que cambiaría cuando yo naciera, pero se equivocó. Mi madre quería realizar grandes y largos viajes y disfrutar de los excesos que le estaban permitidos, sin compromisos. Su querido aristócrata se había enamorado locamente y ella le exigió libertad… y todas sus pertenencias en un “elaborado” testamento en el que excluyó a su hijo.
Aquí me traía papá los fines de semana y en las vacaciones de verano y Navidad. Era estupendo ver caer los copos de nieve desde la ventana… qué recuerdos tan entrañables. En esos días mi padre era como un dios, yo lo idolatraba, supongo que por aquello del complejo de Edipo y de Electra. Esa sensación de belleza no la he vuelto a sentir jamás, impresionante, para mí era como tocar el cielo con los cinco sentidos, convivíamos plenamente con la naturaleza, pescábamos en el lago, cazábamos, practicábamos montañismo. Era un excelente deportista, cinturón negro de yudo, tercer dan de karate… aficionado al ring. Me enseñó todo lo que sabía hasta que un cáncer se lo llevó… A mi madre no la he vuelto a ver desde los diez años. Respeto su manera de ser y la quiero, le guardo un rinconcito en el corazón… pero lamentablemente no tengo nada que agradecerle… en fin, ¿te he aburrido mucho?, ¡eh!, pero si estás durmiendo… bueno, de algo ha servido mi charla.
Janina le desvistió y le tumbó en la cama, necesitaría mucho reposo . Tendió las ropas aún goteantes cerca del fuego y se dio una ducha para limpiar el pasado que había emergido de las cenizas de su padre, que se hallaban esparcidas por los aledaños de la cabaña. Luego se acostó en la cama contigua a la de Andy. Debía vigilar su sueño. Cerró los ojos y no tardó en deambular por el pasacalles de la ciudad de las percepciones. Noches en los Jardines de España y Concierto de Aranjuez. Falla y Rodrigo. Inesperadamente, Andy López galopaba a lomos de un corcel negro, brillante, de azabache. Saltaba obstáculos y tropezaba una y otra vez, pero la carrera continuaba, no se detenía y él deseaba apearse. Tiraba fuertemente de las riendas y el caballo se levantaba sin derribarle y seguía su marcha tercamente, ¿conocería el animal el camino por donde pisaban?, ¿le llevaba a alguna parte? Si era así, mejor que fuera un buen motivo o no respondía de sus actos.

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