El Rincón de Pepe

Entrando por el salón cuadrangular (que parece un verdadero ring de boxeo) y siguiendo hasta el final del “túnel del tiempo” que es el pasillo de la primera planta (solo que no tiene ninguna planta en su recorrido) se llega al Rincón de Pepe; allí es donde, entre el polvo de los papeles (donde se acumulan sus pensamientos) reposan obras tales como la novela “Greta” y el guión teatral “La Carreta”; en medio de un batiburrillo de libros, folletos, páginas de periódicos recortadas, decenas y decenas de hojas escritas y una bolsa de plástico verde (regalo de la Biblioteca Regional de Murcia) que contiene millones de ideas.

Junto a esta bolsa existe un anaquel de un total de cinco pisos. En la quinta planta vemos unos cuantos rollos de papel higiénico, un quitamanchas y otros objetos menores. Bajando a la cuarta planta del anaquel nos encontramos con una especie de caja de caudales de plástico conteniendo una caja de sopa de Avecrem y un “mogollón” de tarritos de especias entre otros utensilios de cocina.

En la tercera planta de este Rincón de Pepe está el té al lado del café (éste último es soluble, descafeinado y de marca desconocida (pudiera ser Nescafé o Granarom) que sirve a Pepe para ir “tirando” mientras enciende algún que otro cigarrillo. Son gracias al café y los cigarrillos encendidos (pero no fumados) los que hacen que se disparen las ideas y los sueños literarios de Pepe. Numerosos tarros de fabada, lentejas y judias “pochas”, más cajas de cartón “tetabreak” de leche asturiana sirven para completar el “paisaje” junto a la correa de pasear y el peine para peinar de Wendy (la perrita “cooker english” de la familia). Hay también, para completar el “lío”: una inevitable cuchilla de afeitar (marca Bic) y algún bolígrafo que, descuidadamente, ha dejado Pepe en medio de los chocolates y las bolsas de gominolas.

En los los pisos inferiores (el primero y el segundo): perolas, cacerolas, un montón de cajas de plático donde se guardan los macarrones, los spaguetis y muy variadas clases de frutas como plátanos, manzanas y naranjas, junto a zumos de naranja y limón. En el suelo reposan las botellas de cola “El Hacendado” y las botellas de limón “Siti”… más la pelota despellejada de la perrita Wendy.

Volvemos a la mesa de trabajo de Pepe: una especie de taburete donde descansan esperando salir a la luz pública varias de sus producciones literarias. Y es que en todo momento hay, colgada en la puerta, la gorra y debajo de ella una maleta de viaje siempre preparada para caminar… con las cuales nuestro Pepe se convierte, por arte de magia, en “Diesel” dejándose atrás, entre “Greta” y “La Carreta”, el DNI, el Pasaporte y las demás tarjetas identificativas de su personalidad. Y es que la personalidad de “Diesel” va más allá de cualquier papel porque está fundida en la piel trigueña de su Gaviota Roja.

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El Rincón de Pepe

Pasan los segundos de la tarde en el humilde Rincón de Pepe. Nuestros besos calientan el alma bohemia mientras afuera hace frío. Estamos en el universo de nuestro arte, que es una manera nueva de entender esta existencia. Hay una especie de soledad en las agujas del reloj de pared. Acodada sobre el mostrador vive la nostalgia. Es una bellísima mujer de ojos de color de miel. Me levanto yo, el solitario soñador de mi propio rincón. Tengo ansias de sentirla. Es diferente a todas. Y entonces, frente a Ella, me desnudo totalmente el sentimiento.

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