Llaman a la puerta, Ringg….el tenebroso pasillo de la casa vieja tenia forma de ele y era oscuro y largísimo, cuando por fin estoy junto a la puerta de entrada y asomo mi ojo por la mirilla, lo veo, ahí estaba, el cobrador del agua, traía como siempre su traje gris y su carpeta negra bajo el brazo, será inoportuno este hombre, con la prisa que tengo, abro la puerta con presteza.
– Pase, pase Vd. Sígame
– El Sr. De gris con su carpeta intenta sonreír y extrañado me dice:
– Perdone Sra. Yo…venia…..
– Si, si ya se a que viene, respondo con prisa,- por favor sígame, por aquí….
– Le llevo a lo largo del pasillo
– A medio pasillo se para y me dice
– Vera Sra. Yo quería…
– Si si ya lo sé, (le agarro del brazo, obligándole a seguirme), -¡estos pasillos son tan largos verdad!, enseguida llegamos
– Llegamos a la curva del pasillo, la luz es inexistente
– Su cara pinta temor,
– Por favor señora, balbucea…
– Ya queda poco, no se preocupe, le repito acelerando el paso, enseguida estamos….
– El pobre hombre resignado, me sigue con la cabeza hundida en los hombros
– ¡Ya hemos llegado! Exclamo triunfante, abriendo la puerta del dormitorio. Enciendo la luz. Se ve la cama de matrimonio y al fondo otra puerta
– El Sr. De gris Esta blanco, se tambalea como mareado, retrocediendo
– Le vuelvo a agarrar del brazo
– No, no espere un momento que ahora se lo enseño
– Me mira despavorido
– Y por fin abro la puerta del cuarto de baño
– Ahí lo tiene le señalo la taza del water, (detrás de la cual esta el contador del agua).
– Perdone señora yo venia a venderle esta Biblia forradas en piiiiiel, pobre hombre casi no podia ni hablar, tartamudea ostentosamente
– El ataque de risa que me da, no me deja explicarme. JAJAJA…casi me ahogo, se me saltan las lagrimas.
– El Sr. De gris Se consigue zafar de mis garras y…
– Se dá la vuelta y huye despavorido en dirección a la calle
– Todavía se parte de risa mi madre cuando relata esta anécdota que le ocurrió cuando yo apenar sabia caminar.
Me imagino la cara del vendedor de biblias y también me imagino la cara que puso tu madre al darse cuenta de su equivocación. Jajaja. Alaia
Gracias por tu mensaje Alaia, además imagina que esto ocurrió a primeros de los años 60 en plena dictadura franquista, tiempos oscuros en los que todo estaba prohibido, se era muchisimo mas recatado que ahora, estaba feo y era pecado hasta mirar a un hombre siendo esposa, mi madre con lo tímida que era…., cada vez que lo cuenta le da tal ataque de risa que parece que le ocurrio hayer, un cariñoso saludo
Cuando yo era niño mi hermano mayor se puso a trabajar para un editor de Biblias. Tu verídico relato me trae a la memoria imágenes de aquel editor que era más bien un granuja metido a especulador de sentires. !Cómo me hubiese gustado que aquel bibliófilo hubiese sido el sufridor de la anécdota de tu madre!. Me ha hecho sonreír este sentir tu humor en forma de relato.