EL TACO

“EL TACO”
Como cada día gritó sin motivo y lanzó la puerta, regañando a su mujer; no obstante sintió por un instante que tal vez debería devolverse y darle un beso con ternura; pero aquel impulso fugaz no duró más que lo que tardó en disiparse el estruendo de la puerta al cerrarse, por lo que ya era muy tarde como para invertir precioso tiempo de su ocupado día, para regresar.
Normalmente tardaba unos treinta y cinco minutos en llegar a la oficina; pero como si ya no tuviera que cargar con el peso de los problemas financieros y las desafortunadas decisiones de su jefe, es decir con el propio taco que era su vida, además tubo que aguantarse el infranqueable transito, que no le permitió avanzar, si no hasta cincuenta minutos después, para terminar en su destino luego de una hora y diez de camino.

Primero sintió una sensación de mucho sueño, un cansancio extenuante; pero lo atribuyo a que la noche anterior había estado frente al computador terminando un informe, hasta muy avanzada la noche. Luego de unos instantes se sintió raramente descansado, hasta como más liviano, entonces creyó que estarían haciendo efecto las hierbas medicinales anti- stress que tanto insistió su esposa que tomara y que él aceptó por que no le quedó más opción. Pensó a continuación que debía por lo menos aprovechar el tiempo que tardase en avanzar el taco y mentalmente estructuró y planificó la reunión que tendría esa mañana en la empresa, a pesar de que sabía que todo cambiaría radicalmente en un abrir y cerrar de ojos, debido a la insensatez de su jefe e igualmente se vería obligado a improvisar soluciones para los nuevos problemas. Sin embargo, aquel día era diferente, por alguna razón, no le era sencillo amargarse, mientras planeaba la batahola de puñetazos virtuales en que se trenzaría como siempre en la bendita reunión; mas bien lo que sentía era una sensación de nostalgia o tal vez frustración, pues de pronto entre punto y punto a tratar del programa, venían a su mente momentos que no aprovechó en su vida, como aquellas veces en que su esposa le esperaba con un único y rico pan tostado con margarina y una taza de té, ya que corría la época de privaciones, días de muchas carencias económicas; sin embargo recordaba que aquellas tostadas, una por día, eran las más deliciosas que hubiese probado nunca, pues las comían juntos, las habían compartido en la cama, viendo televisión ( algo que por cierto desde hace mucho que no hacía) y luego solía abrazar a su mujer toda la noche, después de cortarse la señal del canal.
No entendía mucho porque era tan bello aquel recuerdo, siendo que correspondía a la peor época de su vida de casado.
Luego saltó de pronto al mes en que ganó el sueldo más alto de la historia de su carrera, pues le habían dado un premio por su trayectoria y un bono adicional; por poco y casi alcanza el sueldo de su jefe, que por cierto siempre trabajó un tercio de lo que trabajaba él. Aquella vez compró muchas cosas, algunos electrodomésticos modernos, ropa para sus hijos, su mujer y para él y se fueron de viaje el fin de semana a la playa.
Recorrió en su mente cada una de las adquisiciones materiales, como el equipo musical de 3000 watts, con súper surround, mp3, sistema HI-FI bandeja para 6 discos compactos, múltiples funciones y obviamente un espectacular sonido. También recodo el televisor de plasma de 32`pulgadas y el nuevo equipo de sonido que hizo instalar en su auto; pero no logró encontrar la misma sensación de placer y plenitud como la que sintió al recordarse caminando de la mano de su esposa por la orilla de la playa, mientras sus hijos corrían y saltaban las olas. Hasta pudo ver la sonrisa de ella y su particular mirada, tan nítida como aquella mañana al despertar, entonces se preguntó porque le había gruñido aquel día y por supuesto no logró encontrar una razón convincente.

De pronto sintió que un concierto de bocinazos le exigían que avanzara con su vehículo y pudo darse cuenta que el taco había cedido y que comenzaba a normalizarse el transito, aunque su taco interior aun no lograba disiparse.

Así continuó su camino y llegó casi por primera vez atrasado a la oficina, por ello creyó sentir un halo de indiferencia por parte de sus colegas que de algún u otro modo envidiaban su perfección, que en realidad no era más que perfeccionismo y exitismo obsesivos compulsivos, aunque a pesar de ello nunca tubo malas relaciones con nadie, excepto con su esposa, ya que aunque la amaba con locura, siempre era receptora de todos sus desahogos , que normalmente se traducían en un par de refunfuñeos y unos cuantos portazos.
Una vez al interior de su oficina sintió la necesidad de hablar con ella, de decirle cuanto la amaba y cuanto la había amado durante tantos años, lo mucho que le haría feliz pasar el resto de su vida juntos y que si actuaba de esa forma era porque ella era la única persona en el mundo que lo entendía de verdad. Quiso por alguna extraña razón tomarse el día libre e ir por sus hijos al colegio y reunir a toda la familia para explicarles que sus obsesiones solo eran por un mejor futuro para ellos; pero que por fin entendía que no contribuían más que a un bienestar superfluo e intrascendental. Entonces pensó que aun estaba a tiempo de darle un vuelco a sus prioridades para vencer al sistema capitalista y consumista y ser feliz con lo justo y necesario y por ende ser capaz de disfrutar de noches de descanso de ocho a diez horas y no de tres o con mucha suerte cuatro, luego de exceder su jornada de trabajo por algún proyecto o reunión que siempre resultaba ser impostergable.
Así entonces, se incorporó de su asiento y salió raudamente hacia la calle, marcando al mismo tiempo el numero de su esposa desde su teléfono móvil; pero para su mala suerte ella no lo escuchaba al otro lado de la línea, por más que intentó y gritó, claro que esta vez para decirle que la amaba como el primer día y que se fueran juntos unos días; sin embargo no hubo más respuesta que un ¡Aló, Aló!, ¿Quién llama?, por lo que decidió colgar y apurar su regreso. A pesar de su prisa, sentía tanta energía como no sentía desde hacía mucho tiempo, que decidió ir caminando y disfrutar cada lugar de su recorrido, él que realizaba desde hace muchos años; no obstante nunca como en aquel día.
Cuando llegó a su casa, le sorprendió ver que justo se alejaba el automóvil de su madre llevándose a sus hijos; pero era tanto su optimismo que pensó que sería bueno estar a solas con su mujer para regalonear un poco. Una vez dentro, caminó sigilosamente para no ser descubierto por su mujer y así poder darle una sorpresa. Atravesó el comedor y cuando entró al dormitorio, la vio. Allí estaba ella frente a la ventana y de espaldas hacia él, con esa figura que inspiraba amor, comprensión y refugio, entonces continuó acercándose silencioso y la abrazó con profundo arrepentimiento de no haberla abrazado mucho más en tanto tiempo y le dijo con los labios sobre su cuello que venía para cambiar las cosas, para renacer. Sintió su aroma por unos momentos y apoyó su mejilla junto a la de ella y fue entonces cuando descubrió su rostro empapado de lagrimas, soltó su cintura y se puso frente a ella y le dijo que no llorara, que quería verla feliz; sin embargo ella no respondió, solo lloró y lloró desconsoladamente. Fue justo entonces, en ese preciso instante cuando como en una revelación, sintió que se aclaraba su mente y a pesar de que intentó tomarse de las manos de ella, fue alejándose lentamente con la misma sensación de esa misma mañana cuando se percibió más liviano y descansado. Puso su mano en su pecho e intentó sentir su corazón y comprendió que éste se había detenido inexorablemente en aquel momento cuando estaba en su auto, en el taco que él mismo provocara y que las mejores reflexiones de su existencia, las había logrado cuando en realidad ya no existía.
Fue así como vio a su esposa e hijos entre la bruma y no volvió a verse nunca más a si mismo.

PAZ DEL VALLE.

2 comentarios sobre “EL TACO”

  1. Muy intenso tu cuento, Lidia. Lo hyas narrado con firmeza y seguridad literaria. El contenido del cuento está lleno de memoria y de tensión. Y la carga anímica que manejas a lo largo del texto está firmemente dirigida al punto final que descubres en los últimos párrafos. Sueños y realidades en un conjunto admirablemente expuesto. El espíritu y lo material chocan como siempre en esta difícil dualidad de mantener el equilibiro. !Muy buen cuento Lidia!. Te mereces un beso vorémico.

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