Salgo a la calle.
Arriba, sobre una antena, de una televisión cualquiera, un mirlo canta y canta. Detrás del mirlo está la tarde ¡como cada tarde!. Más allá, no demasiado lejos, el Mar flotando en el Océano. El oleaje bañándose. Y las olas, humedecidas, mirando.
Le digo al Mirlo, ¡Canta, canta, bonito! ¡Canta!
Pero él no me hace caso, me ignora y sigue cantando.
“¡Me hace caso!” dice mi estupidez interior.
Y esta mente se alegra.
Estupidez interior..intuición cuantica…tal vez,que importa….sólo importa que ese Mirlo siga con su canto y nosotros admirando el valor que tiene él,la tarde,el mar..la primavera..Un abrazo!