Ayer encontré un tesoro envuelto en papel plástico de ceofán: un par de lágrimas brillantes con una tarjeta navideña señalando una dirección: Valle del Llanto por tu Ausencia. Y decidí que desde entonces yo ya no me alejaría nuna más de tí, pequeña hora de silencio transmutada en pena de dolor. Me prometí que ya nunca más dejaría que las lágrimas recorrieran tu rostro, tomé la bolsa de plástico, saqué las dos lágrimas frescas… y las deposité dentro de mi corazón. Desde entonces siento más cercana tu presencia y ahora tengo el calor de tu llanto convertido en dos pétalos de rosas rojas. Ahora sé que la Navidad se acerca más ligera que nunca y que entonces, en esa fecha, sacaré a la superficie esos tus dos pétalos de rosas para convertirlos en sensación. Te amo, pequeña hora de silencio…