El valor de la sensibilidad

Hace un rato que he abierto el ordenador y he conectado con Vorem. 3 “advertencias” en mi último escrito. No me hubiera atrevido a juzgar con tanta precisión mi escrito sin haberlo leído un par de veces. Dije que No, pero no proclamé nada en contra, ni arremetí contra Iren y sus deseos. Quizá lo exprese como suelo hacerlo y se entendió como lo entendístéis. Creo que si fui libre para decir No y ser consecuente con la “libertad que se proclama en esta página”, he pensado que si No iría a la Kedada, tampoco puedo Kedar en esta página. No me gusta dar la sensación de bicho raro. Supongo que tampoco es una actitud infantil; prefiero ser sincero y mantener mi criterio. No me gusta ofender, ni jugar con los sentimientos. No creo destilar amargura en exceso. Me gusta escribir sobre la vida y hay momentos en los que las respuestas pueden asustarme. Me disculpo si en algo os he podido molestar. No cabe duda de que siempre ciertas manifestaciones parecen tener un impacto mayor que otras. Todo sea por el equilibrio natural, que como colegas se debe mantener. Mi propósito fue uno; las consecuencias ya pertenecen al pasado. Al igual que en mi primer escrito, y que pusísteis en la revista de Diciembre…es probable que intuyera mi papel de “idiota”.

Un comentario sobre “El valor de la sensibilidad”

  1. Hola, compañero voremista. Por supuesto que no hay nada contra nadie. Te expresaste un poquito en demasía en un principio pero fuiste sincero. Lo que ocurre es que a veces la comunicación da pie a interpretaciones muy confusas. Yo si iría a la “kedada” si tuviese oportunidad geográfica… y espero algún día tener oportunidad de hacer algo parecido… pero tu excusa por si has herido sentimientos es muy sincera y humana. Creo que te han entendido. Yo por mi parte te envío un cordial saludo y entiendo que eres un ser humano con grandes cualidades comunicacionales. Un saludo cordial. Estoy seguro de que Iren no está ofendida.

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