Es en ese lugar de las fuentes,
donde los pasos resuenan a esperanza,
huelen a tranquilidad y forman veredas en el destino.
Los árboles se pueblan de frutos maduros
y no cesan de producir el néctar del silencio.
No aplacemos el momento para vivir la Paz,
para gozar la infinita grandeza de lo palpable.
Flores y laureles; avenidas contagiadas de palmeras,
hombres y mujeres que se encuentran en la misma condición:
en medio de la vida.
La deseable esperanza del verso abierto
ha nacido para servir a la causa de los que callan y no dicen nada.
Bosques, a los que poder regresar cuando caiga la noche.
Espesuras de hierba y mieles en cada rosa:
todo ofrecido en beneficio de la paz dichosa,
de la paz generosa, de la Paz
que jamás se desdice a sí misma.