No sirven las consoladoras palabras,
porque nacen de bocas incomprensibles.
Se desciendo en una soledad que todo oscurece
y no se acierta a descubrir un camino de vuelta.
Es un juego circular, cuajado de repetidos actos,
humillaciones a uno mismo,
o en ocasiones, la aceptación del Infierno
como único refugio.
hay muchos infiernos, amigo Alcohol;
la vida puede ser el primero,
la ingratitud, la desesperanza, el
verte una madrugada llamando desde una cabina
a un alguien inexistente.
Se duda si se es humano, la mirada cambia
y adquiere el gesto propio de la usencia.
Otro infierno es el amor. ¡Lo es!
Porque se teme la pérdida, porque aumenta
el sentido de propiedad, porque crece el temor
a no ser correspondido.
Y entonces ajustas cuentas con tu orgullo
y te castigas y abres otra puerta, y otra más,
y vas bordeando una geografía de dolor
que termina por confundirte para siempre.
Salir y descubir que es posible,
simplemente salir rompiendo alguna puerta.
Un comentario sobre “En ese descenso a los Infiernos…”
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gacias por recordarme… he vuelto con muuuuchas ganas