En la cola de la panadería.

Lo de hoy es una anécdota que me ha pasado recién…”no más”. Veréis. Yo en la cola de la panadería y delante un mogollón de señoras con la pelu recién y dos extranjeros que eran como alemanes. Le espeto… que tenga cuidado, y me responde que…no es para tanto que soy joven y puedo aguantar más. ¡Bien! Reflexiono en plan zen y me callo. Los alemanotes van y piden dos cocas. La panadera no les entiende y les da dos bollitos de pan. ¡Que no y le señalan gritando a tope que cocas, cocas…! Las damas de armiño, osea la “juventud de la pelu” a todo fuelle por la tardanza y la sopa saltando en la vitro! Después de sacar el diccionario y consultarlo al revés, la panadera…les da las dos cosas, cobra y se van los invasores (sin prejuicios). Bueno, como me toca a mí pedir mi barrita de pan, la pido, y la señora entrante…me espeta que me he “colao”, así como po rel “morro”. La miro de reojo, porque sólo de fijarme en el kilo de oro que lleva en las orejas…me revienta el bazo. ¡A lo mejor me pasio, pero es una visión subje! Bueno…pues que seáis que he tardado tres cuartos de hora, que he tenido que aguantar calor a mogollón, que he perdido los apuntes del examen de la tarde y encima…mi madre ha perdido el móvil. ¿Alguien para darme un consejito?

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