Entre fado y dandango (despedida a una mujer especial)

Hoy mi memoria se viste de aromas de vino -entre el oporto y el jerez- mientras veo sus ojos repasando todo el cancionero de lo fronterizo, entre el fado y el fandango, afilándose en un mínimo sonreír que despunta lo verde de los pájaros del huerto y lo tímido del trueno balanceado en el monte de Los Siete Picos. La rememoro tocando el piano en las llegadas de los hielos del Guadiana y con ansias de hacer sentir su mano allí donde el cante allanaba los caminos. Lamento que se haya ido dejando para siempre en su inmensa pena el extraño dominador común de su orgulloso espíritu.

En la fonda de Los Cuatro Hermanos todos los bebedores, entre fados y fandangos, beben vino -entre oporto y jerez- para acompañar el peso histórico de su voz graduada en el conservatorio de las callejuelas. Me acuerdo ahora de la tentación de poner letra a su música de piano: algo así como “tierra pequeña y tibia donde la solitaria melancolía, entre el fado y el fandango, la has acogido en sus amores”.

Que tengas, lejana historia, un final feliz…

4 comentarios sobre “Entre fado y dandango (despedida a una mujer especial)”

  1. O tempo que hei sonhado
    quantos anos foi de vida!
    Ah, quanto do meu passado
    foi só a vida mentida
    de um futuro imaginado!(Pessoa)
    Al leerte me envolvió el aroma que desprenden tus palabras.
    Muchos besos, Diesel

  2. Entre los verde de los pájaros del huerto y lo tímido del trueno balanceado en el monte… !qué belleza de expresión sincera para una rememoración inédita de sentimientos!.

  3. “Fui bailar no meu batel
    Além do mar cruel
    E o mar bramindo
    Diz que eu fui roubar
    A luz sem par
    Do teu olhar tão lindo

    Vem saber se o mar terá razão
    Vem cá ver bailar meu coração

    Se eu bailar no meu batel
    Não vou ao mar cruel
    E nem lhe digo aonde eu fui cantar
    Sorrir, bailar, viver, sonhar contigo”
    Dulce Pontes, cançao do mar.

    Diesel, todos tus relatos, tienen banda sonora. Este para mi, de Dulce Pontes.
    Un abrazo, compañero, es una alegría leerte de nuevo

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