… Entre Pitos y Flautas

El televisor estaba en marcha, allí dentro de la caja se las habían arreglado para montar un informativo.
Paco estaba preparándose para ir al trabajo, era mecánico de profesión, pero antes de salir escuchaba y veía las noticias de la mañana. El taller estaba muy cerca de su casa. Casi ahí mismo.

Dentro del televisor había un hombre sentado hablando y decía tales cosas como estas: “ Mientras las personas modernas y civilizadas todavía están discutiendo una y otra vez, que es y que no es el Cambio Climático, nosotros ya lo tenemos aquí, instalado, cambiando nuestras estructuras y nuestros hábitos, y al parecer el Cambio Climático no tiene prisas”.

Paco miraba atentamente al hombre que había dentro de su televisor. Este mecánico tenía la costumbre de hablar sólo, y muy especialmente cuando no había nadie cerca. E iba diciendo “Muy cierto lo que dices, muy cierto.”

Paco había dicho en ocasiones que su trabajo de mecánico, en el taller, a veces era aburrido y monótono, así que con cierta cantidad de resignación apagó el televisor con el dedo, se puso el abrigo, salió al rellano de la escalera y cerró la puerta con llave, y las escaleras lo acompañaron a la calle, y ahí cerca estaba su taller, a veces aburrido y monótono.

Una vez en el taller empezó a trabajar en un camión, se acercó al banco y tomó una herramienta, se colocó unas gafas protectoras y se sumergió con la mirada puesta en las entrañas del motor.

¡De pronto, sucedió algo extraño! Aquel camión empezó a comunicarse con Paco, rogar a Paco. El Camión estaba como indignado. Paco se separó un poco del vehículo averiado, para afrontar la situación con entereza. Aquel suceso no era ninguna visión paranormal, no cabía discutir si era o no lo era, estaba clarísimo. La herramienta aún estaba en su fuerte diestra mano.

Entonces el Camión empezó ha hablar a Paco, estas fueron sus palabras: “Paco, por favor te lo pido, no me dejes volver a funcionar, yo no pedí que me fabricaran, soy el resultado de unos cálculos y de unas acciones, ya no quiero seguir contribuyendo a la polución y a la contaminación atmosférica, no me dejes salir a las vías. Ya no quiero seguir enturbiando el aire, ni quiero seguir generando más ruidos ni residuos, desmóntame o llévame a un desgüace”.
Y Paco veía indiscutiblemente que el Camión estaba afectado, que hablaba con sentimiento y con cierta tristeza, también pudo ver que aquel camión era consecuente y hablaba con conocimiento de causa.

Y efectivamente, Paco, muy sensibilizado por las palabras del Triste camión y por las palabras de aquel hombre que estaba dentro de su televisor antes de salir hacia el trabajo, decidió obedecer al vehículo y acceder a sus peticiones, y lo primero que hizo fue hacerle unas fotos para guardarlas de recuerdo y luego le vació el deposito de aceite y empezó a desmontarlo. Y al cabo de unos días de trabajo el camión ya no estaba, y nunca más salió a las carreteras a ensuciar la atmósfera.

Y de vez en cuando, Paco en su taller, mientras se tomaba un tiempo de receso, miraba con ternura las fotos de aquel genial Camión, y suspiraba y decía: “Tu si que hiciste algo bueno por el medio ambiente, siempre recordaré tu gesto por el Planeta, Gracias Camión.”

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