Se vive a una velocidad exorbitante y con un frenesí casi letal. Las horas galopan en la vida del hombre “moderno”: ocupaciones, preocupaciones, stress, ansiedad, comer fuera, chequear horario de trabajo, colas, el teléfono y mas. Súmele: las deudas, el crédito ansiado, el piso, el colegio de los hijos, el desempleo, las noticias, enfermedades, todo componen un juego socialmente orquestado por la economía del tener y el consumo. Lo cierto, es que el hombre es cada vez menos humano consigo mismo, Imaginemos con sus semejantes. Pero en el fondo, cuando está completamente solo, en su cama, algo no ha perdido: sus ilusiones, sus sueños, que algún día todo cambiara. Entonces, soñamos, viviendo en un futuro mejor, cómodos, estables.

La gran mayoría soñamos con eso, resignándonos a que ese día llegará.
Mientras, evadimos la historia, nos enamoramos de ese mañana mejor, olvidando que ese mañana mejor aún no existe y a lo mejor nunca llegará, por lo menos no de la forma que anhelamos. Y esa parte de la condición humana a veces o casi siempre solo llena está llena de utopías, de quimeras. Nuestra vida es el aquí y el ahora. Hoy.! El pasado bueno y el futuro mejor, sencillamente no están hoy, en el aquí y ahora de nuestra realidad y lo peor es que no sabemos si estaremos para verlo. El mañana, es simplemente una elucubración esperanzadora del de lo que somos y anhelamos hoy, de nuestra realidad y nuestra circunstancia. Hoy existo mañana no se. Y pudiendo existir no se sí es como lo he soñado.
Por eso, el reto de nuestra vida es vivir y disfrutar lo que soy hoy, de las pocas cosas que tengo hoy. Excluyendo de mi agenda diaria las preocupaciones que no son mías, las ansiedades que no me hacen feliz, Simplemente, vivir con sencillez, amando profundamente lo que tengo, lo que soy, no engañándome con lo que podré tener o ser. Hoy existo mañana, no se. El hoy es mi vida, es lo más importante, es lo soy. Pido la gracia de Dios de concientizar mi realidad y bajar así dos grados a tanto existencialismo social y personal tan inútil.