Estoy contigo, Princesa.

Doce y media de la mañana. Estoy contigo, Princesa; siempre contigo mientras escribo letras en tu pequeña cafetería. En medio del café con leche, parábola continua de mi existencia, estoy volviendo a manifestar, como siempre he dicho, que detrás de cada número hay una persona diferente y que, lo más importante de todo, es que en el amor noble (el único válido para mí), uno es insuficiente y tres es ya una multitud (lejos…. muy lejos del canto de los “autistas” cantautores). Es por eso por lo que tú, que sólo tienes 16 años de edad y yo, que sólo tengo 18 ya cumplidos, estamos ligados por la Eternidad. Me encuentro envuelto en el trabajo de empezar a escribir una novela que vaya directa y sin trampa alguna al quid de cierta cuestión. Sí. Va a ser una novela.

Muchas personas creen que no existen los argumentos de ficción que sean, al mismo tiempo, verdad y realidad. Se autoengañan (que es la peor manera que existe del engaño) y por eso se equivocan. Cuando Sherlock Holmes resolvía un caso, siempre había una verdad latente y real. Sir Anthony Conan Doyle puede ser batido. Sus múltiples seguidores creen que eso es imposible. No se dan cuenta de que lo imposible no existe. Creer que es imposible batir a tan grande talento en esto de escribir temas de misterio y suspense es falso. Confía en mi, Princesa. Sigue, como siempre, confiando en mí y no te separes del cobijo de mi sombra. Yo sé que he nacido para sobrepasar incluso los límites de Sir Anthony Conan Doyle. Me basta y me sobra con que lo creas tú. Lo que crean los demás lo respeto pero no me influye para nada. No estoy intentando combatir contra Doyle ni falta que me hace. Estoy intentando superar mi propio reto. Soy, otra vez, yo contra yo. Si te das cuenta, los buenos escritores siempre sobrepasan los límites impuestos desde fuera de ellos. Bien. Eso te lo puedo afirmar con total exactitud.

Puedo afirmar, y afirmo, que la ficción existe pero también existen realidades que superan a la ficción y, sobre todo, milagros que superan a las realidades. Esto no es un juego de palabras absurdas (a las que tanto nos tienen acostumbrados ciertos personajes ilustres de la literatura). La verdadera Literatura es la que empieza por la L grande de Libertad. Por ejemplo, en Marte no ahy marcianos de color verde ni de color naranja ni de ningún otro color. Eso no impide que los grandes escritores escriban realidades sobre marcianos verdes, naranjas o de otro color. Nunca olvides, como tantas veces he dicho, a Don Antonio Machado. Recuerda. “La mentira manifiesta falta de imaginación. La verdad siempre se inventa cuando habla el corazón”. Lo dijo él y no yo. Yo sólo puedo inventarme la siguiente oración: “La libertad de expresión es la ficción convertida en sueño real”. Ya ves qué fácil es definirte, Princesa, cuando somos verdaderos cristianos.

Es la una menos cuarto y me quedo pensando… Estoy pensando en regalar un cigarrilo a quien quera pedírmelo pero nadie me lo pide. No sé qué tiene esta vida en que jamás resuelven, algunas personas, sus conflictos internos. Yo, por ejemplo, siento muy fácil la tarea de darte un beso, de acariciar tu bello rostro, de no dejar de soñarte y construirte con mi propio sueño. No entiendo por qué ellos creen que es tan imposible. Creen que lo imposible no es posible superarlo porque no se dan cuenta de que la realidad es infinita y no tiene imposibles. Todo se trata de complejos ante la palabra Libertad. Para el amor noble, él único amor verdadero que existe, no existe ninguna imposibilidad. Así que sigo bebiendo mi café con leche porque estoy viviendo tus miradas; que son las partes internas de tu bello cuerpo que más realidades aportan a mi Literatura.

Escribir como escribió Sir Anthony Conan Doyle no me interesa en absoluto. Me interesa escribir como él pero de forma completametne diferente. Yo sé que tú si me entiendes. Porque en tus ojos está mi Libertad y en mis manos está la Luz de este nuestro propio mundo literario que gira en torno a ti como un torbellino de pasión. ¿Qué entederá el Mundo cuando hablamos de pasión?. La verdad es que nunca me he parado a pensar en ello. Sólo se me ocurre explicártelo de esta manera espontánea y no premeditada: “Si tú estás siempre a mi lado yo sólo soy beso de poeta”. Por ejemplo. Pero puedo escribir un pequeño poema a la Luz de tus miradas: “Con un beso dado con serenidad / no existe ninguna edad / pues es un profundo momento / lleno de sentimiento / que se llama Eternidad.

Es la una menos cinco de la tarde. Estoy terminando mi café con leche. Quiero pasar cinco minutos sin recordar nada ni pensar en nada y sólo estar contigo nada más. Logrado. He podido vencer a todos los fantasmas del pasado. Hay una nueva Luz en la calle mientras mis dos últimos pensamientos son: “Dos es el número perfecto que existe entre tú y yo” y “Dos, en el amor noble, sólo significa uno”. Ya sabes que me refiero a hombre y mujer por supuesto.

Estoy ya terminando mi café con leche. Tengo a mi alrededor tres sillas vacías. Todos creen que son tres sillas vacías. Se equivocan. Cada una de ellas contiene la memoria de cientos y cientos de hombres y mujeres que se sentaron en ellas y se dieron algún beso eterno. Por eso nunca podrán ser sillas vacías. Terminé. Entre tu mirada y la mía no existe ninguna clase de distancia.

6 comentarios sobre “Estoy contigo, Princesa.”

  1. Hola Marian. En realidad valemos todos desde el primer momento en que nos sentamos a escribir la primera palabra que puede ser por ejemplo: Soñé.
    Después sólo debes dejarte guiar por tus musas…

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