No puedo parar no quiero irme, debería estar harto de una computadora, pero así es distinto, me siento conversar con los dedos cayendo tenaces sobre un tipo pero pasando como el vuelo de una golondrina por ese aparato tecnológico que pasaría a ser mi cielo. Sabía que un día produciré un libro y un disco y construiré mi casa una casa llena de aire sin puertas y sin paredes para que nada de lo que está ahí se quiera ir o si se va sienta que aún está ahí. La locura de mi vida pasará como un número de identidad?
A todos por lo menos lo recuerdan hijos y nietos, hermanos y padres cuando te vas, pero si pudiera hacer que una persona que no conozco me recuerde entonces habré fracasado porque significará que en realidad me fui, y no quiero salir para ningún lado, lo que menos quiero es que mi aura en forma de bota al interior de mi zapato, de mi calcetín, de mi piel, de mis huesos, de mis músculos, de mis conductos, de mis sitemas y que tiene un color de blanco y amarillo de luz; se despeguen del suelo, quisiera coserla, pegarla, fundirla contra el piso. Desde ese punto de vista no quiero volar quiero patinar por entre las casas y los campos y tocar la tierra a una estupenda velocidad… me cierran el internet. Me tocó parar