Tiempo atrás las ciencias
dejaron surcos en sus sueños
y los dueños que nunca les amaron
dejaron
en sus voces un mucho de conciencia.
Con la sombra de la paz y la paciencia
los buenos caminantes anduvieron.
Es la herencia
de los que nunca nada tuvieron.
Feliz el faro luminoso
que alumbraba fuera del acoso
y siguió brillando en la lejanía
cuando, al mediodía,
resonó el eco cadencioso.
Destruyendo razones mal impuestas
se abrieron por fin todas las puertas
y entraron al espacio venturoso
con sus huellas siempre bien dispuestas.
Dios miró las heridas y los afanes
de sus vidas henchidas por el viento
e insuflando un nuevo acento
nunca les faltó a todos ellos
el aliento
que abrió a la luz todos sus destellos.
Y contemplando el futuro redimido
mil venturas formaron nuevo nido
en sus horas y sus minutos bellos.
Vuestros hijos no son vuestros hijos: son los hijos y las hijas de las ansias que siente la misma vida (Khalil Gibran)